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Pero ya no será así. Ya la escribiré y se las compartiré y Eliza, desde donde esté, la leerá a su forma para reconocer cuanto los admiraba. Qué valentía tiene que ser amar a un mismo hombre y compartir, su casa, su cama, su vida. Y no solo eso, ser hermanas, y fuera de eso mellizas o gemelas, en este punto no puedo recordarlo. Para mí son idénticas. Cuando las conocí, se vestían igual. Una vez me las encontré y se notaba su tristeza, era algo profundo y estaban vestidas diferentes. Les pregunté inmediatamente porque no estaban igualitas y me contaron que su esposo se los había solicitado. Yo ahí mismo le dije, pero vos estás loco! Cómo se te ocurre, así las conociste, así te enamoraste de una y luego supiste que eran dos, déjalas ser lo que siempre han sido. Y él con esos ojos azul cielo me dijo, ve, si, es que me pareció muy fácil porque las puedo reconocer de una. Después las aprendió a reconocer por algo en su rostro y seguro en su mirada.


Solo recordar su amor me llena el corazón de esperanza. Aunque para casi todos fuera otras cosas menos amor, para mí, que los vi bailar y sonreír si lo era y si lo fue y si lo sigue siendo. Escuchar la voz quebrada de un hombre fuerte que ha pasado por casi todas me partió ayer el corazón. No sé en donde esté escrito que el amor tiene que ser de una sola forma, quisiera verlo y saber, porque no debería ser así, la libertad es mi valor supremo y siempre pude en esa relación de tres ver y sentir el respeto que inclusive no he visto en un amor de dos. Qué difícil debió haber sido defender a capa y espada un amor particular. No encuentro otra palabra para definir que dos hermanas se enamoraran del mismo hombre pero más aún que él decididamente, aunque al principio no quisiera, continuara con ese amor. Y un día sin mas, viéndolos pavonearse de gancho entendí... Ellas eran una sola. Y él aprendió a ver a esa sola que eran ellas dos. Algo incomprensible para el mundo, pero ¿y qué más da? a quién podría importarle sus noches, sus días, sus mañanas, sus encuentros y desencuentros con una sociedad absurda que no permite la diferencia. Yo la amo. Me parece que es lo más valioso que tenemos, nuestra diversidad. 


Eliza, aún puedo verte sonreír tímidamente. De hecho, nunca supe reconocerte, para mí, ustedes eran iguales, eran repetidas, y así aprendí a quererlas y a verlas brillar en un mundo que casi siempre intentó opacarlas. Nuestras familias suelen hacer eso sin querer. Perdonarlos es también nuestra decisión. Agradezco profundamente a Carlos, ese hombre decidido que aceptó ese reto de amar a sus repetidas con orgullo y sin reparo alguno, sus compañeras de vida sin duda. Pudo haber tenido otras mujeres, otra familia, pero ésta, siempre será su familia. Porque sé todas las adversidades por las que pasaron, los retos, los obstáculos, las dificultades, pero también las alegrías, las risas y sonrisas, los descubrimientos que hicieron como mujeres y como familia de tres. Nunca he conocido personalmente otra, en otras culturas son de más mujeres. Y las he admirado también en silencio desde mi poca comprensión sobre el tema, porque desde la cultura en la que estoy inmersa y sobre todo en la religión que domina mi país, pues la apertura para que el amor de tres sea posible está más lejana que la paz.


La vida está repleta de regalos inesperados. Esta historia de amor, para mí, siempre lo fue. Estar ahí para ellos en momentos muy difíciles de sus vidas me entrega una tranquilidad de hacer lo correcto dentro de mi ética y mi moral. Eso de hacer el bien, el cual nos inculcan supera la ficción en mi caso. El asunto es que lo que para mí es el bien, no necesariamente es el bien de otros. Pero yo me quedo con lo que me habita. Y por eso respeté siempre su amor puro y sincero. Salido de cualquier interpretación y sin juzgar. Porque últimamente sí que he entendido que la lengua es el azo.. d.. .u... Así es que deje así. La valentía de estos tres seres siempre me dejó asombrada. Les hago una reverencia profunda aquí, honesta y muy sentida, y con este textico quiero honrar sus vidas y sus sonrisas y su capacidad de amar sin límites. Sí claro, deben haber opositores, como en todo, pero yo de solo pensar que este par de mujeres hermosas, luminosas y brillantes, los últimos años de sus vidas, los hayan pasado acompañadas de ese zarco hermoso, pues, me dice todo. Que de buenas ellas, que de buenas él. Que de buenas todos y sobre todo yo que los conocí, que pude compartir con alegría muchas veces y que ahora que lo pienso quisiera que hubiera sido más. Carlos y Dora, Eliza viajó pero ustedes aún se tienen y eso es un maravilloso regalo. aprender a vivir sin ella será un gran reto, pero deben sobrevivirse y verse con amor y alegría. Aún se tienen...







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Actualizado: 11 ene



Te veo. Ver al otro es reconocerlo como similar, ir más allá de la superficie y sumergirse en el ser. Significa más que ver al otro físicamente. En Pandora, el mundo imaginario de Avatar, sus nativos, Na'vi, en lugar de decir "TE AMO" solían decir "TE VEO".


No en vano es mi película favorita, aunque cuando derrumban aquel árbol, yo sintiera que me arrancaran el corazón. Me salí de mi cuerpo cuando eso ocurrió y no pude resistir verla una y otra vez, para tratar de comprender a fondo el mensaje tan profundo que había en ella. No solo su creación es poderosa sino que entre líneas pude leer que somos muchos los que reclamamos un mundo diferente sin ser vistos o escuchados.


Te veo, algo tan esencial y que dejamos de hacer por aprendizaje. Antes de ayer recordé con profundo dolor que no solo invisibilizamos lo invisible sino lo visible también. Dejamos de ver a nuestros seres más amados por muchas razones, algunas ajenas a nosotros mismos. No ser vistos muchas veces es como no existir. Y eso tuve que reconocer en mí. No ser vista. Nunca lo había puesto en esas palabras y mi ser más amado me lo recordó con todo lo que eso implica y significa. No podemos vernos en nuestra totalidad porque nuestras percepciones de lo que pueda ser la realidad puede estar distorsionada por factores que no podemos ni siquiera controlar. En este caso el pasado.


Te veo. Es lo primero que hacen la mayoría de nuestros hijos al abrir sus ojos siendo unos bebes. Reconocen sombras nuestras y ven nuestros rostros, y nuestra alegría y nuestra sonrisa. Ven nuestros brazos cuando los acunan, nuestros ojos mientras los alimentamos. Escuchan nuestro corazón. Sienten la tibieza de nuestro cuerpo y de nuestra alma. Nosotros también lo hicimos, todos somos hijos de madres. Desearía que todas fuéramos perfectas, al menos amorosas y dulces, porque una vez comenzamos a crecer la vida se torna muchas veces agresiva y compleja. Somos hijos de una luz poderosa que brillará siempre en nuestro interior, pero a través de nuestras vueltas a ese gigante poderoso que nos calienta, no necesariamente estaremos brillando.


Te veo, algo que dejamos de hacer con nosotros mismos y con muchos de los otros que nos rodean. Un día cualquiera, sin que nos demos cuenta, aprendemos patrones de comportamiento equivocados y vemos lo equivocado. Vemos el éxito basado en la energía equivocada y no en el adentro. El afuera está repleto de distracciones que ocultan la verdad, la libertad, la transparencia, la delicia de lograr hacer y ser quienes realmente somos. Esa es mi mayor conquista. La coherencia, siempre. Paciente, hasta que cruzan la línea invisible que existe entre tu vida y la mía. Respetuosa hasta que las agresiones me hacen un daño profundo y entonces apelo a la verdad. La exijo. Porque me veo. Y te veo.


Reconocer al otro como similar es darnos un lugar en el mundo. Me ha costado mucho ver a mi antepasada principal, mi madre. Durante toda mi vida he lidiado con eso. Perdonarla. Sanar. Reconocer que ella también fue invisibilizada por una cultura machista en donde las mujeres nos jugábamos nuestro rol principal. Hemos sido nosotras la continuación de una saga que nos hace daño y nos ha mantenido silenciadas durante miles de años, desde la guerra del fuego. Aún nos debatimos a muerte mientras nuestros hombres nos enfrentan en vez de acompañarnos en la realidad de lo que somos, las gestoras de la vida de este increíble lugar. Sin nosotros, esto estaría mucho más perdido. Te veo, lo más primario, lo más básico para que exista cualquier relación y sobre todo para que la admiración y el respeto como consecuencia lleguen a nuestras vidas.


Si nuestros padres no nos ven, entonces nuestros hermanos aprenden a no vernos y por lo tanto a no respetarnos. Y eso es como una bola de nieve que ocasiona que las relaciones familiares sean tan complejas. Tenemos que ser capaces de decirles a todos ellos TE VEO, porque solo así te reconozco, solo así te puedo amar, solo así se que existes y que al igual que cada uno de nosotros, podemos estar en este viaje inexplicable que ni queriendo podemos terminar. Te veo hijo, te veo madre, los veo. 


Oel Ngati Kameie


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Siempre la he necesitado pero la obviaba por la hermosura de mi bosque. Sin embargo mientras escribo recuerdo la dulzura de hacerlo sin dolor en mis huesos, porque el frío me pasaba una factura en mis largas jornadas de plasmar mis emociones en mis hojitas de papel, en mi compu, o casi en cualquier cosa. Mis sentimientos van como en crescendo y necesito expresar lo que siento, lo que ya no guardo solo para mí, lo que otros deben leer o escuchar. Ya hay tantas herramientas para expresarnos que no hacerlo es una excusa.


Necesito la tibieza que siento ahora para ser capaz de continuar, allá Pepe me espera y sé que es el guardián y vigilante de mi bosque amado así como el espíritu de esas personas que hoy lo habitan. Me han preguntado varias veces si me arrepiento y nuevamente les digo, no. Pues cómo, si es que el bosque es una familia viva que también decide y escoge. Pudo haberse equivocado una sola vez, pero ni una más. Así es que solo siento gratitud porque esta tibieza me permite hacer lo que mas amo. No tengo dudas, solo certezas. 


La tibieza se funde además con piedras de colores y formas en un agua que no es tan tibia pero que es la perfecta para refrescarnos. Aquí estamos y sentimos la plenitud de las horas vividas. Nuestra cotidianidad está envuelta en un halo de misterio y de fascinación. No en vano paso mis horas en silencio hurgando en mi memoria esas historias que hoy me definen y que de paso le dan forma a la historia natural de mis emociones, una nueva historia que puedo gratamente sentir como parte de mi sanación.


Te amo bosque, te he visto crecer conmigo, somos hermanos, o soy tu hija, y allí estaré aunque no me veas, siempre iré a ti aunque no pueda tocarte porque lo he hecho tantas veces que ya te llevo tatuado en mi piel y puedo abrazarte cada noche y hablarte en las mañanas cuando sé que aún ni despiertan en tí todos los seres que te habitan. Me has acompañado tantas noches en vela que nuestra relación es íntima y secreta. Tu frío en realidad solo me afectaba escribiendo porque de resto te siento tan mía que no te siento. 


Necesito la tibieza que me habita, que me habitas y ella depende no solo de mi, ni del fuego que alberga mi hogar, sino de la que habita mi existencia en combinación con mis sueños y los sueños de quienes me rodean. Ver cada uno de ellos con sus ilusiones y proyectos es también una forma de calentar mi espíritu. A ellos les debo que esté aquí en soledad escribiendo y con una bella manada de cuatro que me persiguen a donde vaya y que hoy aprenden todos a nadar y a montarse por ahí en alguna tabla azul para ir tras nuestros sueños.


Necesito la tibieza y el cielo azul para creer que todo es posible y sí que lo es. He aprendido a vivir en una escala más humana, en un espacio pequeño con todo lo que necesito y en donde cada quien tiene su espacio. No es más. Aquí veo el paso de las nubes y el viento me susurra al oído historias de otros tiempos. Aquí mi mirada puede ir hasta más allá de la punta de mi nariz o del árbol más próximo, y puedo ver en la distancia otras vidas y eso me conecta con ese mundo que no veo.


Necesito la tibieza tanto como respirar, quizá 29 años de niebla fueron suficientes...tal vez, lo que sí se con certeza es que ese bosque me habita y yo en él.


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