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Y en realidad siempre que ayudamos a alguien, ellos nos están salvando a nosotros.
Así comenzó mi historia con ella. Fue corta, pero profunda. Su olor era como el de mi abuela. Su casa como la de tantas personas en mi mundo. Sus flores las más hermosas, silvestres.
Hace una semana quise almorzar con ella y decidí irme a caminar al San Lorenzo. Ella por alguna razón misteriosa me esperaba y al siguiente día que iba almorzar con ella me avisaron que la habían hospitalizado. Esta mañana me avisaron que ya no estaba como yo la recordaba. Ahora solo puedo abrazar su aroma en mi memoria, ahora solo podré almorzar su plato preferido sola sin que me mire con ese silencio que me dejaba sin aliento.
Rosita fuiste más que una historia. Fuiste una amiga que me dio grandes lecciones. Hasta como te despediste de mi me sorprendió. Ya sos otra vez una estrella y yo te buscare en tus flores, en el viento, en mis caminatas, en el cielo, en las nubes.
Aquella vez juntas nos salvamos de alguna cosa. Nos unía el misterio de la vida...y tocaste mi ser en lo más profundo...me recordaste a tantas mujeres que solas vamos por el mundo intentando sobrevivir de amores y desamores, de historias de vida, de silencios y abandonos, de risas en nuestras cocinas mientras esperamos a los que no llegan. Fuiste un gnomo en mi vida. Te buscare en mis otras vidas.