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Es como un fuego en mi interior. A eso creo que es lo que le dicen malicia indígena. A esa llama que nos quema por dentro cuando nuestro propio espíritu nos habla y nos apreta desde bien adentro todas nuestras células. Intuición le decimos también. La malicia indígena no es tal. Porque de haberlo sido no los hubieran aniquiliado, se hubieran realmente quedado escondidos en sus espacios sagrados sin que semejante barbarie hubiese ocurrido en sus comunidades, familias, civilizaciones. Aún siento verguenza por todo lo que sucedió, peor aún, sigue sucediendo. Somos una especie invasora.


Es un susurro de nuestro espíritu. Nos habla amorosamente tratando de decirnos algo. Previniéndonos de lo que sucederá. De lo que será, de lo que viene. Y últimamente pocas veces le escuchamos porque estamos afanados. Mi afán era sencillo, comprar una antena para estar conectada al mundo más eficientemente. Algo que persigo desde hace mas de tres décadas. Si, eso exactamente cuando empezando a vivir en la selva yo sabía que arriba habían satélites que podían darnos eso que todos merecemos, conexión, comunicación, la democracia en la que sí creo.


Es un murmullo chiquitico, suavecito, sútil, una comunicación con nuestro propio cuerpo, en donde verdaderamente reconocemos que somos animales, y si no somos capaces de escucharlo, entonces, otro, de tu misma especie, así no más de la nada, te roba no dinero, el dinero son solo números que van y vienen, nos roba lo mas preciado para mi desde hace casi lo mismo que persigo a la democracia, tres décadas: el tiempo. Y ese sí que me duele más que el dinero, que al final es tiempo.


Siempre procuro escucharte espíritu, desde hace mucho cuando entendí que tengo mi propio tipi en mi interior y que puedo cerrar los ojos e ir a él y encontrarme a mi misma sentadita allí tratando de hablarme a mí misma, de abrazarme y protegerme viendo desde adentro de mi corazón para saber que vivimos en un mundo lleno de fieras que nos quieren comer. Literal. He vivido y he sobrevivido a fieras de esas furiosas que son como yo, humanas, o algunas que ni lo son y que igual me desgarraron. Hay un mundo invisible más grande que el que podemos ver.


La malicia indígena es un concepto mal usado para un sentimiento que es tan puro como el amor. Es en realidad una frecuencia muy poderosa que vibra tan alto en nuestro interior que resuena en nosotros con un poder infinito de comunicación telepática desde algún lugar del universo con nosotros. Estar en sintonía con esa frecuencia para poder captarla es mi mayor reto. Hace tres años tal vez mi resonador falló como ninguna otra vez, cuando mi hijo lo tenía afinadito y no quise escucharlo, lo siento hijo, te enseñé a confiar en tu instinto y te fallé. Repararlo ya no está en mis manos, pero sí en un bosque que he amado como un hijo más, aunque la hija de él sea yo.


La frecuencia del amor todo lo sana, suelto el desamor que habita del otro lado y dejaré que el mundo invisible haga lo suyo y alinee los chakras de la maldad. Estoy segura que el poder de la energía de la verdad y la justicia son más poderosas que ella. Y al final, todo se sabe, y todo se cae por su propio peso, porque nada más difícil que esconder que una mentira, que un robo, que lo que no es. La luz tiene el poder de iluminarlo todo y dejar ver la realidad tal cual es. Sencillo.


Intuición, malicia indígena, un susurro, un murmullo, una sensación, una emoción, una cosita aquí deliciosa que siento cuanto pienso en quienes amo verdaderamente y en los lugares que he visitado de mi planeta mientras él viaja alrededor del sol, y yo en él, y todos, Sol, Luna, Tierra y más, en este universo hermoso y maravilloso. Tengo mi propia antena y esa sí no me la roban ni me la quitan, poseo en mi cerebro la mas maravillosa capacidad de comunicarme con otros, de recibir información del más allá y del más acá, y saber que al menos intento saber que tengo un órgano tan poderoso en mi interior me hace sentir tan grande como el universo y comprender que lograré todo, y que una antena de Starlink me abrirá puertas a nuevas dimensiones, porque yo tengo mi propia humanlink en mi interior. Y que la uso... La uso, con malicia indígena.

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Foto del escritor: Martha Elena Llano SernaMartha Elena Llano Serna

Es quizá una de las cosas más importantes de mi vida. Ser confiable, creíble, verdadera, auténtica, real. Ser un ser en quienes los otros puedan creer porque soy empática y compasiva con la vida. Eso mismo exijo de quienes me rodeo de forma íntima. No hablo de lo sexual, ojo ahí, eso es otro tema. La intimidad empieza en mi círculo más cercano, mi hijo, su novia, mi familia, mis amigos, las personas con quienes tengo de alguna forma una relación cercana que puede ser de muchas formas. Todos ellos para mi, son fiables y verdaderos. Yo misma me lo exijo y eso les doy. Quienes desconfían de mi, ya por obvias razones no son mis amigos. Uno solo puede ser amigo de alguien en quien confía, millones de personas están con sus parejas en quienes no confían y por eso aparecen emociones que acaban con todo. Los celos por ejemplo, que rara forma de amar.


Ser confiable empieza en nuestros corazones. En la relación que tenemos con otros mismos y a partir de ahí con el mundo que nos rodea. Ser confiable es un acto de amor y de reciprocidad con el mundo, que ya de paso ya todos sabemos que es energético, justo como nuestro corazón, que no solo es energético sino eléctrico, una pieza perfecta. Eso nos hace latir con el mundo y ser lo que queramos. Yo nací buena, en una familia buena, de padres buenos, con hermano bueno y así, parejas buenas, hijos buenos, y de repente, nuevos seres buenos. Creíbles, fiables, honestos, reales, verdaderos, confiables, auténticos, empáticos, unos más que otros, pero al fin y al cabo, siempre buenos.


Ser confiables es lo que más me exijo aunque hay veces no lo sea para otros. Que no lo sea para extraños me tiene sin cuidado, primero deben conocerme, que no lo sea para los míos si es muy doloroso. Por eso cuando me enteré de no serlo para un supuesto cercano, simplemente revisé hasta donde llegaba su narcisismo, para atreverse a desconfiar de mi generosidad. Hoy comprendo, que su ingratitud es lo que habita en su corazón y eso es lo que le late del mundo que lo rodea. Desconfiar es su constante y solo siento lástima de saber que vive con desconfianza y miedo. Qué mierdero el que lo habita.


Ser confiable para mi significa vivir sumergida en la confianza. Podría ser japonesa en esto. Sin confianza no hay nada. Si no confías en ti, en tus amigos, en tus relaciones comerciales, en tu vida, en lo que gira alrededor, mejor dí no. Con quienes vivo en comunidad, comparto mi vida íntima, mis relaciones comerciales y en general, con quienes giro alrededor de este mundo energético, es porque confío en ellos. En quienes no confío, los saco de mi vida, re simple y sin dudarlo. Lo he hecho varias veces con personas cercanas. Y chao pescao que te vi. Duele, obvio, mi tiempo invertido en esa relación tiene recuerdos y memorias y momentos compartidos, pero los dejo ir, en aras de serme fiel. Porque primero soy confiable conmigo misma.


Ahora bien, no puedo decir lo mismo del país en el que vivo. He dejado de confiar en él y de la sociedad en la que me ha tocado vivir. Nunca he creído en ella ni he confiado en ella. Mis recuerdos más lejanos son siempre de muerte, destrucción, de narcotraficantes, de paramilitares, de guerrilla, de corruptos abusando de su poder, de discordia entre una derecha y una izquierda que no son tal. Mi país tristemente y su sociedad se han vuelto un lugar de no fiar. Qué dolor me produce ésto. Porque es una sumatoria de un colectivo y yo hago parte de ese colectivo y mi hijo y de ahí para allá, la gente buena que conozco, que es mucha. ¿Entonces? A dónde queda esa energía nuestra invertida del lado del bien? ¿A dónde quedamos los fiables? ¿Los verdaderos? ¿Cómo podemos confiar en un país que somos nosotros mismos que nos traiciona, nos roba, nos desalienta a ser como él? Jamás lo haré, seré ésta. Sé quién soy y si alguien tiene que cambiar, son los ladrones, los corruptos, los malos, los que atentan contra esa energía verdadera en donde habita el amor.


Cuando sos bueno uno de las cosas más difíciles es pensar como malo. Es imposible. Ni la malicia indígena que me habita y que mi hijo me dice que me falló mientras compraba mi antena de Starlink en la página oficial de USA. Es que los malos son tanto que hasta se nos cuelan en nuestra realidad. Esa que me sorprendió otra vez. Una fue con un SOAT mientras las páginas de SOAT fueron clonadas. Otra fue con el robo en mis tarjetas, pero ésta sí es campeona y solo espero que las autoridades sí hagan lo suyo y seamos capaces todos juntos de darle lo merecido a aquellos que pretender ser malos en la vida y salirse con la suya.


La versión corta, es que después de no lograr comprar mi antena en starlink.com porque ahora estoy en un lugar sin buena señal, y por eso y porque soy una viajera, decidí comprar la antena starlink que me cabe en una mochila. Como no lograba hacer la compra efectiva, decidí salir a caminar y regresar para hacer la compra, y así tener una forma de comunicación con el mundo, lo cual considero la verdadera democracia.


Quince minutos después de parar mi compra, y mientras estaba caminando hacia un río hermoso, recibí un wapp de un número desconocido, aunque en su parte inferior decía Starlink Colombia, diciéndome, "muy buenos días, nuestro sistema registró un mensaje que deseaba realizar una compra de un equipo Starlink". Y yo CONFIANDO, en semejante empresa, inmediatamente me alegré que en la mitad de la nada, pudieran apoyarme.


Me suministraron toda la información fluidamente, la cual era exactamente igual a la que ya había revisado una y otra vez, y así en cuestión de segundos pude tener acceso a lo que llevaba rato queriendo hacer y le di click a mi compra a través del vínculo que me enviaron a través de la plataforma Bold, en quien yo CONFIABA. Me llegaría por InterRapidísimo, una empresa en quien CONFíO, y bueno, aquí estoy esperando sentadita juiciosa, como desde antes de ayer a que me llegue la guía, jajajaj.


Cuál guía,a ver, si es que clonados en nuestra sociedad, viven zánganos que quieren pretender que nos roban cuando en realidad lo que sucede es que se roban a sí mismos. Me robaron $1.143.000 de una tarjeta VISA, en quienes confío que hagan bien su trabajo, a través de RAPPICARD, mi empresa en quien confío, usando BOLD, en quienes confío que detecten que un usuario de ellos es un bandido que usa Starlink, como su plataforma para robar, y en quien confío que les dé la lección de sus vidas. Ya la fiscalía y la policía saben, que además generar el reporte es cosa de locos.


Agradezco si terminaste de leer hasta aquí y confías en mí, compartas esto con tus personas, agregues a wapp el número 3234539311 y lo reportes como ladrones, bandidos, fraude, suplantación de Starlink, lo que quieras poner. Los bandidos nunca sabrán, pero wapp si, y así logramos juntos construir el país que queremos. Yo tengo todo en regla, soportes y demás. Ayudemos a Colombia a ser el país que somos los buenos.


Ser fiable es ser bueno, honesto, creíble, verdadero, real, auténtico. Ayer me dijeron, pero es que si sos muy sana, te faltó...¿Que me faltó? ¿pensar que habito un país en donde los bandidos nos robaron la paz? Pensar como los bandidos me cuesta, porque soy buena, y ellos se las ingenian todo el día. Además, viven con miedo, yo vivo confiada. Viven pensando que los van a atrapar, YO SOY LIBRE. Viven angustiados porque siempre seran pobres. Yo en cambio vivo feliz rodeada de lo que amo y con quienes amo, y no estoy robando desde una cárcel, ni desde una plaza de mercado en Manizales en donde con suerte te estás pudriendo en tus pensamientos querido ladrón. Jamás serás rico, porque la riqueza no es plata, es tiempo. Y de eso no tienen los ladrones.


Ser confiable me hace rica en tiempo para escribir desde un lugar remoto. Igual tendré mi antena. Él tendrá miseria.


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Uno siente que el corazón se expande a otros niveles. No hay ni siquiera palabras...solo emociones. Esas, que mientras no estoy, la pienso y entiendo lo complejo de ser un animal de "verdad" viviendo en una cueva, en el hueco de un tronco, debajo de una hoja, detrás de una ramita, camuflados con casi cualquier cosa, adaptados a no ser vistos, a pasar desapercibidos. Cuánto tengo que aprender, cuánto tenemos que aprender...tanto.

Cuando una tucaneta me espera en casa, me siento especial. Ella vive en libertad y yo también . Ella o el. Aún no se. Pero ambas nos miramos y sentimos una conexión, una intimidad, una comunicación inter especies que comparto con mis perros y que por primera vez tengo a este nivel con un ave cuya información genética le dice otra cosa sobre las relaciones. Le estoy haciendo un proceso de reintroducción, y ella se siente en un lugar seguro en esta diminuta casa sin paredes que hoy habito. Las paredes nos han robado mucho. Nos alejan. Ayer yo parada enfrente de un muro de cemento en un apartamento elevadísimo, ratificaba lo que hoy traduzco como depresión, soledad, enfermedad y miseria. No somos ricos por lo que creemos. Estamos tan confundidos. Y yo "desconfundiéndome" hace años, he sentido tan grata mi vida. Tan divertida, tan única, tan excepcional, tan maravillosa, así muchos de mi alrededor me miren con locura...hoy mi casa no tiene paredes en un clima tan frío, pero los colibríes me rozan, las libélulas liban néctar de las flores adentro de mi baño, o afuera, ya no hay ninguna de las dos. Los árboles son mis paredes, las nubes mi techo, el dosel mis cortinas, las estrellas pequeños faros, la Luna mi norte, y así...


Cuando una tucaneta me espera en casa y desde lo más alto de los árboles se lanza al vacío para caer sobre mi, siento que valió la pena todo lo que he hecho durante tantos años. Todo. Cada cosa, cada sacrificio. Todo es todo. Porque no en vano puedo saber que vive libre en un bosque que he cuidado, sino que ella libremente se siente a salvo en mi compañía y puede eventualmente reposar sobre mis manos, y dormir un poco más sin sentir que será cazada. Si ya sé, el ciclo de la vida es otro, pero cuando uno siente que hay alguien en donde uno puede posarse, descansar y confiar, nuestra vida siempre será un refugio de paz. Sentirse en un lugar seguro para mi, ha sido siempre la mejor experiencia de habitarme. No tengo alas pero vuelo. Soy libre.


Confío hoy más que nunca en otras especies que en la mía, tal vez soy más del mundo natural que protejo y que me cuida. Asi no más...


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Martha Llano 2024®
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