top of page

Que me arrancaron las alas, que mudé sola también. Que me asomé a la ventana y me llevó un huracán. Que me caí al mar en medio de una tormenta y que después un tsunami me llevó lejos. Que Poseidón lanzó su furia contra mí y yo quede en una isla desierta. Siento que me quedé sola en este mundo. Porque en este instante siento que debieron decirme. Que no me debieron dejar sola, perdida, confundida…


Siento que se me desgarró la piel. Que salí de la crisálida antes de tiempo. Pero sé que no es así. Este era el tiempo, el preciso, el que era, porque la sincronía es perfecta. Es la que es, porque es la mano de Dios haciendo girar el Universo. Y entonces si así es, así será.


Siento que se me desgarró la piel, siento que soy el cosmos, como ese sueño luminoso que vi en mi cerebro aquella vez. Siento que soy galaxia y estrella y mar también. Siento a la Paloma que llegó a mí no por casualidad. Hermosa Paloma mensajera como la de Alejito. Palomas mensajeras como Correo, chasqui en otro tiempo, hoy dulce mujer indígena Emberá. Rosas de mi alma. Rosita, Rosa Edilma, Rosa, mujer chasqui, hoy Correo mujer guardiana de los bosques, de los ríos, del mar y de Lolo, y de Neco, de mí y de Nicolás.


Siento que se me desgarró la piel. Pero mi cerebro es veloz y asimilo todo. Lo de aquí y de allá. Mudé más rápido que esa flecha que clavaste en mi corazón, o que las balas que mataron a mis hermanos y a mil más. Mudé dolorosamente y sin piedad. Pero estaba lista. Lo sabían. Todos ustedes que me leen. Si ustedes que me ven y me leen, esto es para ustedes. Es para toda la humanidad. Porque cómo íbamos y según nuestro amigo Hawking esto no iba a durar.


Siento que se me desgarró la piel, pero la ofrendo en nombre de cada dolor que todos le hemos hecho a nuestro hogar, nuestra Tierra, GAIA. Cuánto dolor le podíamos causar. ¿Cuánto? ¿Hasta cuándo? Ya fue luciente. Paren ya. Ya. deténganse mientras leen esto y mírense actuar. Revisen cada instante, vivan el presente. Éste. En este preciso instante. Porque somos solo eso. Instantes que dejamos pasar y los lanzamos al vacío y los dejamos perder y caer y soltar. Como instantes, somos tiempo y somos mar. Somos estrellas fugaces y luminosas de este Universo y de todos los Universo, porque hay más.


Sailor, aquí vamos, yo me dejo guiar, son ustedes mis maestros, mi Padre celestial, mi madre, mi hermano, mi hijo, mis amigos, mis hermanos los animales y todo el mar. Y hasta tu hombre a quien he visto una sola vez, sí a ti. Maestro. Luminoso. Radiante como esa estrella de Oriente que me preparó para esto y hasta para más.


Siento que se me desgarró la piel. Pero ya soy mariposa.




0 visualizaciones0 comentarios


Porque todo es un exceso. Porque todo hiere como si te quemara por dentro. Porque esta vez cada nota de Ludovico me arranca con fuerza del corazón cada letra, cada palabra, cada frase, cada idea, cada pensamiento, cada amigo que he amado y he perdido, cada amiga que con todo mi amor yo he ayudado y ayer en un acto de amor indescriptible le he entregado al universo como la última vez de poderle hablar en esta vida humana. En esta vida terrenal, en esta existencia mía, en esta existencia suya.


Las palabras nunca alcanzan, ni las lágrimas, ni toda la arena del mar, ni toda el agua de este planeta para explicarlo, para decirlo, para contarlo, para poderlo siquiera imaginar…

Porque todo es un exceso, porque cada letra duele y arrebata de mi espíritu, el aliento que tengo de vida, porque todo lo que tengo es eso…esto, instantes…de pasión y emoción por esta vida que amo con toda mi fuerza. Por los instantes que he vivido y he dejado de vivir a tu lado…Por todo lo que tengo que decir y he dicho. Porque me tiemblan las manos, porque el cuerpo me arde, porque la espalda parece que fuera a colapsar, porque ayer aunque perdí mucho, me gané y recobré a mi hijo. En ese acto de amor en esa maloca en donde él comprendió quien era su madre y cuál era su misión en el mundo. Cuál era el timón que él debía tomar y en qué dirección ir y que rumbo tomar.


Las palabras nunca alcanzan, cómo podrían si cuando lo que hay que decir nos arruga el corazón, nos toma de prisa y nos deja sin sentido y aturdidos. Cuando me encuentro aturdida, tratando de entender, de hacer todo…de satisfacer las necesidades mías y de todos. Cuando lo que me sucede aún inexplicable parece tomar sentido, aún en medio del sin sentido. Cada nota es como un bálsamo para mi espíritu. Cada nota me trae recuerdos de otras vidas…pasadas, antiguas. Porque he aprendido despacio, lento, a respirar, si, RESPIRA, siempre, a cada instante y sin parar…aún cuando todas las cosas sean un exceso y tengas que cerrar los ojos para comprender que detrás de cada cosa hay un mensaje oculto, algo que aprender…algo que descifrar para saber discernir y así acertar y hacer bien la tarea. Cada quien en su tiempo y espacio en esos dos inexistentes pero reales, porque aunque nada existe, es al final la totalidad, el todo, la unidad, Dios.


Me tiemblan las manos de solo saber que no podré verte más. Que hayas sido mi pagamento humano, así como aquel mandala y ese collar recién recibido, y las dos mochilas arhuacas, y la pieza tayrona, y cada cosa que entregué con amor y sin dolor. Pero la entrega de los pagamentos humanos es más dolorosa, me ha desgarrado el alma, me ha quitado el aliento una y otra vez, hasta que mi hijo se arrodilló conmigo frente a altar y sin temor, me fue indicando qué hacer y cómo hacerlo, porque es mi maestro, mi amigo, mi hermano y compañero de esta vida y de otras vidas.


Las palabras no alcanzan porque hasta ellas mismas son un exceso. Y son también esa gota de agua en el desierto que me alimenta y alimenta al águila. Porque cuando todos pensamos que vamos a desfallecer, algo milagroso nos rescata, nos salva, nos alienta. Algo inexplicable sucede, cuando cerramos nuestros ojos y oramos, porque al fin y al cabo, lo que hacemos es ir a nuestro centro, a nuestro ser, a nuestro fuego interno, ese donde late nuestro corazón y entonces todo sucede…la magia precisa, para decirnos nosotros mismos desde bien adentro que todo estará bien, que le enviaré mensajes de amor, que un día cualquiera te llegarán rosas y serán para ti amiga mía del alma, por haberme resistido durante cincuenta años.


Las palabras nunca alcanzan. Pero en la oración hallaremos la respuesta siempre al dolor, a la pérdida, al sin sabor que nos deja lo inexplicable, lo misterioso, lo oculto, lo milagroso…

2225 visualizaciones0 comentarios

Podemos hacer muchas cosas que jamás pensaríamos que podríamos hacerlas, y al final, las hacemos. Todos. Intentamos ser siempre mejores humanos, cada día…pero llevamos al lado de nuestro espíritu el ego que hemos construido desde la cultura que nos ha acogido, y entonces, mientras transcurren los instantes de nuestra vida, vamos impactando a quienes nos rodean, de una forma u otra.


Cuando vivimos desde la inconsciencia es casi imposible reconocer los errores que vamos cometiendo. Y los cometemos todos los días. Y principalmente con quienes amamos. Con nuestra familia. Con nuestros amigos. Con nuestros compañeros de trabajo. Porque son ellos al final, quienes están más cerca de nosotros, y con quienes hacemos ese intercambio de energía que todos somos. Y somos una energía imperfecta.


Cuando vivimos desde la inconsciencia nuestro ego se antepone a nuestro espíritu y nuestros supuestos deseos priman por encima de cualquier cosa. Y nuestro espíritu aunque lo sabe, lucha con el ego para no dejar salir a ese ser que llevamos adentro y que al final también somos. Y somos esos, que aunque no queramos, vemos en los otros. Vemos en todo. Y eso a lo que más tememos es en lo que finalmente nos convertimos. Porque es en lo que más pensamos. Y sin darnos cuenta, lo que más atraemos.


Hoy cierro mis ojos y quisiera pedirle perdón a quienes desde mi inconsciencia he herido. Y también quisiera que quienes desde su inconsciencia me han herido pudieran hacer lo mismo. Pero nos cuesta. Nos es casi imposible reconocer nuestros errores porque nuestro ego quiere ocultarnos, casi protegernos. Quiere que no lo toquemos pensando que va a permanecer así. Pero así no será. La reciprocidad es ese principio que nos devuelve todo. Tarde que temprano. Y nos da nuestro merecido el día menos pensado. Y nos hace revisar quienes somos. Quienes queremos ser. Quienes seremos.


Cuando vivimos desde la inconsciencia vamos sin ni siquiera quererlo golpeando a los otros con nuestras acciones dejando una huella imborrable. Y aunque sabemos que todo pasa por una razón, entenderlas, hay veces es incomprensible. Y si no fuera porque la resiliencia ha sido mi compañera en este ciclo, entonces desfallecería. Porque soy sensible. Siento todo con mucha fuerza. Siento con toda mi piel y mis sentidos. Y duele más de lo normal. Pero me estiro y me he flexibilizado hasta cuando pensé que no podría más. Y pude. Y mi piel se hizo más y más elástica. Y pude casi que tocar el infinito. Y soltar.


Cuando vivimos desde la inconsciencia, soltar es una utopía. Es una quimera. Y cuando soltamos, entonces entendemos que todo está bien. Que siempre estará bien. Que venimos a este plano a vivir experiencias y que al final son lo único que nos llevaremos. Y ni siquiera no lo llevaremos en la piel, irá tatuado en nuestro espíritu para donde quiera que vaya. A otras vidas. A otras galaxias. A otras dimensiones. A otros tiempos y espacios, en donde en algún momento, recordaremos lo vivido.


Escogemos los seres que nos rodean. Somos energía pura e iluminada y podemos decidir qué queremos vivir y con quién. De quién es que aprenderemos más y por qué. Y para qué. Porque aunque vivamos desde la inconsciencia, no estamos solos en todo esto y una fuerza más poderosa que nosotros mismos hace las conexiones necesarias para que evolucionemos y crezcamos y maduremos. Y entonces así, sin pensarlo, aunque con mucho dolor, vayamos saliendo de nuestra inconsciencia. De nuestro mundo personal en donde vivimos metidos olvidando que no somos los únicos. Que el universo es inmenso y que lo que hacemos no sólo nos afecta sino que afecta el todo. Que lo que hacemos en realidad nos lo hacemos es a nosotros mismos. Saboteamos nuestro espíritu al pensar que es la primera vez que hemos hecho algo. Porque ya lo habíamos hecho. Y justamente por eso, lo volvemos a hacer. Para aprender la lección. Y si no lo hacemos, lo volveremos a repetir. Y solo cuando aprendamos y no lo hagamos más desaparecerá. Se esfumará en el espacio y en el tiempo…


Cuando vivimos desde la inconsciencia, lo pequeño se puede hacer grande. Y lo grande ser tan diminuto como ese grano de arena que parece inexistente. Porque todo es relativo. Y las percepciones cambian y son tantas como seres en el mundo. Y lo que para ti es correcto, para mí puede ser vital e incorrecto. Y a donde yo veo opciones y posibilidades, otro puede ver lo inapropiado. Somos seres hermosos y evolucionando. Creciendo. Constantemente. Expandiéndonos hasta que logremos soltarnos y convertirnos parte del todo del que provenimos.


Cuando vivimos desde la inconsciencia, aún tenemos mucho por hacer. Por aprender. Por recordar. Por vivir para reconocer y reconocernos en el otro, como iguales. Como seres que debemos respetarnos y amarnos con todas nuestras fuerzas, porque sólo somos espíritus y luz divina. Somos eso que vemos y sentimos bien adentro porque lo llevamos en nuestras células grabado desde que todo esto comenzó. Y allá regresaremos…sin dudarlo.

4 visualizaciones0 comentarios
Martha Llano 2024®
bottom of page