top of page
Foto del escritor: Martha Elena Llano SernaMartha Elena Llano Serna

Nos tenemos. Eso es lo que al final importa. Cuando todo alrededor parece caerse, nos tenemos. Porque no estamos solos. Estamos con nosotros y de paso nos acompañamos de otros y acompañamos a otros. Pero nos tenemos. Y eso debería bastar. Porque nada es eterno. Nada. Sólo nuestra propia compañía. Porque es eterna. Somos eternos.


Me tengo. Nos tenemos y es maravilloso. Sentirlo es increíblemente sutil. Fugaz. Porque permanecemos inventando para estar, para ir y venir por el mundo interactuando con todo y negándonos esa posibilidad de sentir ese que nos habita. Ese que somos y que está ahí. Ese que me despierta como queriéndome decir ey, vení ya. Levantáte a escribir. Mirá la Luna. Observa como ese poderoso astro toca el bosque y todo lo que dejas por ahí.


Me tengo. Nos tenemos y cuando somos dos o cuando tenemos hijos hay una conexión divina en eso. Porque permanece un hilo plateado por siempre. Una hermosa conexión que aunque no funcione de alguna manera existirá para recordarnos que vinimos a vivir una experiencia poderosa con ellos. Son la maravilla de nuestras vidas. Son ese milagro que acepta las probabilidades como ciertas y que hace que nos conectemos con todo de una forma más profunda.


Me tengo. Nos tenemos y nos encontramos y desencontramos. Y vamos y volvemos como las olas que se chocan con la arena mojando suavemente la playa. Somos pedacitos de esa colcha del universo. Nuestro ser proviene de la unión de todo y de todos. Y eso no está alejado de Dios. Es esa creación que no está separada la una de la otra. Tiene distintos nombres simplemente. Y vienen distintos seres a recordárnoslo. Y cuando nos ponen a prueba todas las fuerzas de la naturaleza ahí es cuando tenemos que sacar esa fuerza de nuestro interior y el conocimiento de vidas pasadas tal vez para enfrentarnos a lo incomprensible.


Me tengo. He sido mi compañera. Estoy aquí dentro de ti y puedo conectar todo para ti. Nuestros espíritus tienen esas fuerzas invisibles que lo pueden todo. Nuestra mente es tan increíblemente poderosa que puede ir al lugar más profundo de sí misma y también regresar. Lo he vivido. Sé que así es. Sin temor. Porque es ir allá a donde pocos nos atrevemos. Porque queremos permanecer siempre en control de todo. Y tampoco lo tenemos. Estamos ante algo más grande. Desconocido. Misterioso. Y salirse implica asumir que inclusive te censuren. Que te estigmaticen. Y es un privilegio vivirlo. Porque vas más allá de tu propia conciencia. Ingresando a un mundo de posibilidades que están ahí para vivir como experiencia. Y lo agradezco.


Me tengo. Porque cuando todo desaparece o todos aquí estoy. Soy esta. Soy ese espíritu que me da la vida. Ese que incomprensiblemente para muchos no necesita mucho para decididamente conservar este bosque de robles donde habitan millones de especies. Este que decididamente también toma las decisiones contrarias al común. Porque creo firmemente en nuevas posibilidades para nuestra especie. Para las especies. Para nuestro planeta. Para un mundo mejor. Porque tiene que ser mejor. Tenemos que ser mejores. Salirnos del común y hacer cosas tal vez extraordinarias que nos lleven a ser más libres y felices. Que nos lleven a conectarnos con el mundo original del que somos parte.


Me tengo y te tengo. Eres parte de mi y siempre lo serás. Te protejo y te acompaño y tú haces lo mismo. Te amo como a mí misma y te mantendré conectado también a la vida que fluye sin cesar en el universo. Somos parte de esa red sin límites que misteriosamente existe y que está ahí para que descubramos. Somos parte de la urdimbre que nos vio nacer y somos la trama también. Somos el viento y el agua. Somos la tierra y el fuego. Somos el sueño y lo que soñamos y mientras estemos despiertos somos todo lo que vemos. Somos hermanos de todo y de todos. Estamos conectados. Todos estamos unidos.

Me tengo.

0 visualizaciones0 comentarios

Que pensamos que todo va a durar para siempre. Que nos tomamos la vida como dando por hecho que lo que tenemos ahora siempre lo tendremos. Y no es así.


No poseeremos nunca el mismo día, la misma oportunidad, la misma juventud, la misma capacidad, el mismo estado. Podemos adquirir en muchos nuevas fortaleces a las que nos vemos enfrentados por distintas razones. Pero nunca devolveremos el tiempo para compartir con nuestros seres amados ese tiempo que pensamos que será eterno.


Qué nos pasa que nos cuesta tanto soltarnos de eso que nos da tanta comodidad pero que ciertamente más nos aleja de poder compartir nuestro propio tiempo con quienes nunca serán los mismos. Nuestras parejas, nuestros hijos, nuestros hermanos, nuestros sobrinos, grandes amigos y esos amores que seguramente son los nietos.


No hay vuelta atrás para recuperar esos años compartidos desde la infancia con nuestros hijos. Muchas de sus primeras veces no se repetirán jamás y nosotros decididamente nos perdemos de esas oportunidades por andar ocupados en miles de cosas que no recordaremos tal vez nunca. Y peor aún con ocupaciones en donde no nos recordarán tampoco.


Sin embargo nuestro hijo siempre recordará la vez que estuviste ahí para él. Tu sobrino sentirá en su espíritu tu presencia porque fuiste con él un día cualquiera por ahí cuando él sentía que nada parecía tener sentido. Tus nietos te amarán porque llegaste de sorpresa y te sentaste a jugar con ellos en el suelo eso que tú jugabas cuando niño y que ellos ni siquiera conocían.


Qué nos pasa que cuando podemos hacerlo todo no hacemos casi nada. Cuando podemos hacer algo inesperado no lo hacemos por ese temor a salirnos de los códigos que espera una sociedad de nosotros. Si es que la sociedad la construimos nosotros. ¿Si es que salir a visitar a nuestra madre, a nuestro padre, a nuestra hermana, a nuestros sobrinos, nuestro hijo es eso que ya muchos no pueden hacer? Por muchas razones. Infinidad. Miles. La más común es que ya no están. Y entonces ¿qué mas da? ¿Ir hoy si puedes? ¿Estar hoy si puedes? ¿Viajar hoy si puedes? ¿Acompañar hoy si puedes?


Porque llegará el día que ni con todo el oro del mundo puedas. Que ni con todo el tiempo del mundo puedas. Que ni con toda la salud puedas. Que ni con todas tus ganas puedas. Y no sería suficiente nada para devolver el tiempo y regalarte y regalarle a tus seres amados ese tiempo que hoy te niegas a compartir. Esa compañía que podrías ser. Esa alegría que podrías encontrar en esos instantes maravillosos que la vida te está posibilitando como un regalo de ella misma para ti y tus más cercanos.


Hay miles sin poder verse. Sin poder acariciarse. Sin sentir al otro por muchos años. Sin conseguir ese tiempo preciado. Sin los recursos de ningún tipo para encontrarse en algún lugar, en cualquiera, en ese. Aquí y ahora. Y deben hacerlo a través de maravillosos inventos pero que nunca podrán reemplazar el sentir al otro aquí cerca. Su olor. El brillo de sus ojos. El placer del un abrazo. De sentarse en un parque tan solo a ver pasar la gente. A comerse un helado mientras puedes.


Qué nos pasa que damos todo por hecho. Cuando de repente un día cualquiera podemos perderlo todo. Dejar de tener esas posibilidades y entonces comenzar a extrañar las que tuvimos. Las que no volverán. Las que extrañaremos como si fueran lo único que importara. Lo único.


La vida es aquí y ahora. En este preciso instante. Que mientras pasa tus hijos crecen, tu madre envejece. Tu padre te añora. Tus nietos te necesitan. Un amigo está solo. Tu sobrino se pierde en la modernidad de la vida. Tu hermano no sabe cómo seguir. Tu tía mira solitaria por el balcón…


Qué nos pasa que nos creemos eternos...

0 visualizaciones0 comentarios
Foto del escritor: Martha Elena Llano SernaMartha Elena Llano Serna

Que en tan poco tiempo seres que parecieran tenerlo todo caen por allá profundo en un lugar abismal del que salir pareciera imposible. Y no lo es. No debiera serlo. Porque ahí afuera quedan maravillosos seres que lastimamos cuando decidimos no seguir más. Y es injusto.


Hay muchas formas de no continuar. Hay mil razones. Pero hay muchas más para hacerlo. Para despertar con agradecimiento por lo que podemos ver y tocar y sentir. Por lo que inclusive no podemos ver, ni tocar, ni sentir pero tal vez imaginar. Porque todos vamos a morir. Nuestra energía trascenderá a otras formas. Tal vez. Pero no hay afán.


Y sin embargo, seres luminosos y además estereotipos para nuestros jóvenes han pasado a esas nuevas formas dejándonos un mensaje. Porque no es la fama. No es el dinero. No es la cantidad de proyectos. Ni lo que hayas podido conocer de este planeta. O probar de él en su sin número de sabores, colores, formas, o inclusive en su música. Es en relaciones. En esa realidad que debemos construir permanentemente con quienes nos rodean para hacerlo de la mejor y más saludable forma.


Qué nos pasa que no podemos escuchar el dolor de los seres que nos rodean y tratar de comprender que es necesario algo más. Que quienes hoy están escondidos en su propio miedo y en su dolor se quedaron atrapados en el pasado dejando de ver el presente y por supuesto el futuro. Que es necesario mantenernos activos para mover esa energía que somos y de paso conectarnos con los otros que también nos necesitan y necesitamos.


Ciertamente algo sucede en este mundo cambiante y ya tan virtual. Poco llamamos a los que más amamos. Hasta que los vemos. Y cuando los vemos nos quedamos cada uno en lo suyo. Y lo suyo es un dispositivo que tiene atrapados a la mayoría. Como embobados o entorpecidos ciegamente por aparatos que nos muestran un mundo más allá. Cuando el que tenemos que ver y sentir está más acá.


Y cuánto nos cuesta romper el silencio. Cuánto nos cuesta hablar y decir que no sentimos que el camino por donde vamos está bien. O decirle a alguien que creemos que su ruta, no es la correcta. Y que pronto podrá caer. O resbalar. O irse hasta ese lugar profundo del que luego salir tomará más. Mucho más.


Qué nos pasa. No debemos seguir así. No podemos. No es posible. Nuestros hijos necesitan un lugar más estable para vivir. Para desarrollarse. Para alcanzar sus sueños. Para proyectarse. Para imaginar lo impensado. Nosotros también necesitamos salirnos de nuestras propias zonas e ir tras todo lo que más deseamos olvidando que hay obstáculos. Porque siempre los habrá. Y existirán siempre nuevas formas de salir airosos de las circunstancias difíciles. Siempre.


Qué nos pasa que nos venimos enfermando tanto y de tan diversas cosas. Somos una fuente vital de energía que necesita que dejemos de fingir y pretender que estamos bien cuando en realidad podemos tener todas las conexiones trabadas ocasionando dolores que luego se nos vuelve en esa enfermedad a la que más tememos. A esa…


Quisiera descubrir el secreto del equilibrio. Pero al parecer no lo hay. Es un diario caminar. Es un rayo de sol que nos toca. Es el viento que sopla. Es la brisa del mar. Es la risa de un hijo. Es el abrazo de un amigo. Es el café en la mañana. Es el camino con tus amigos de cuatro patas. Es la cuesta arriba. Y la hacia abajo también. Es el descanso y el trabajo. Es el amanecer y el atardecer. Es la prisa y la pausa. Es la lluvia y el sol. Es la luna que cuando está llena nos hace mover todo desde adentro. Es la paciencia y el olvido. Es el perdón y la risa. Es el ayer y el hoy. Es el mañana que con certeza llegará con nuevas experiencias. Es este instante. El presente.

0 visualizaciones0 comentarios
Martha Llano 2024®
bottom of page