Reír comienza a convertirse en un lujo. En uno de esos que no nos podemos perder. Reír nos sana. Reírnos hasta de nosotros mismos es la oportunidad que tenemos de auto sanarnos. Porque nuestras células vibran en otra frecuencia. Siempre he creído que el sentido del humor es de gente inteligente. Y reírse de uno mismo sí que lo es.
Reír, qué regalo, qué placer, que posibilidad tan fácil y absurda de soltarlo todo y ser felices y permitir que las carcajadas nos masajeen el espíritu, aún cuando somos incapaces de sonreír.
Reír con amigas es un privilegio. Ellas son el bálsamo de la vida, de mi vida, de mis días en soledad cuando decido aislarme nuevamente en un paraíso, convencida de que mi tiempo en el clima helado a terminado. Ellas lo saben y vienen hasta aquí para regalarme sus risas, sus sonrisas, su tiempo, sus historias y yo las mías, que sí, son de carcajadas. Porque soy un exceso.
Agradezco mi vida y sus vidas, son mi regalo. Somos espíritus que por alguna razón en esta forma y en este cuerpo nos conocemos desde los cuatro años. A verrrrr no hagan cuentas, son muchas vidas de hecho. Las he visto en otras.
Reír, reírse, ejercitar nuestra propia fortaleza de hasta burlarnos de nosotros, de la vida, de nuestras experiencias, de haber bailado please don't go brillando hebilla y pisando zapatos...reír, reírme, reírnos, que alegría queda en los espíritus cada mirada, cada sonrisa, cada risa. A eso venimos, a llevarnos tatuado el cuerpo de rayitas en el rostro lo vivido...este fin de semana con toda seguridad nos salieron algunas de esas rayitas, mal llamadas arrugas, porque eavemaría si quedamos debiendo!!!!
Gracias amigas del alma. Reír es nuestra herencia.
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