Así imagino que debemos estar. Con nuestras raíces ancladas a la Tierra, nuestro tronco recto y erguido. Y nuestros brazos y cabezas abiertos y alzados al cielo. Mirando al Universo. Y mirando al suelo también. Y permitiéndonos ser flexibles. Para ser capaces de resistir todo esto que llevamos dentro. Porque lo que va por fuera es un exceso. Una quimera. Un desenfreno que no para y que no puede sacarnos de nuestro centro.
Como un gran árbol resguardado en este tipi que es el cosmos. Así. Parados y no más. Dejando que el viento, la brisa, las aves, y todo se pose sobre nosotros sin perturbarnos. Sin inquietarnos. Todo está pasando. Esto también pasará. Esto toca nuestras raíces fuertemente e intenta doblegarnos pero nuestras raíces deben ser fuertes y firmes. Deben estar bien adentro de la Tierra y están tocando otras raíces que ahora viven lo mismo. Así es como es en la naturaleza. Y somos naturaleza. Tenemos que resistir como resisten esos árboles en esos bosques que lo pierden todo.
Así imagino que debemos estar. Cada uno en su propio silencio respirando y emanando de su espíritu puro amor y sanación y consciencia. Para quienes no los tienen. Para quienes sus raíces son débiles y no han tenido el privilegio que muchos si. Y tal cual hacen los árboles por entre las raíces y las hojas, ayudarles a los otros a superar lo que no pueden. Y por entre ellas mandarles esa medicina natural que necesitan y que los harán fuertes. Por entre las raíces hacerles cosquillas a quienes amamos para que volvamos a tocar sus pies cansados de tanto andar y trasegar por este mundo que parece que no nos lleva más.
Con nuestras raíces ancladas a la Tierra pero doblando nuestro tronco tanto como podamos, vamos a sobrevivir. Tenemos que agacharnos otra vez y ser lo suficientemente humildes para recordar nuestra posición en este Universo. Tenemos que cerrar nuestros ojos mientras ésta gran tormenta nos dobla y nos devuelve sin piedad cada día al mismo punto. Porque todos juntos como bosque que somos estamos aprendiendo de resiliencia. Esa que nos va a permitir volver al punto de donde partimos pero mejores. Más fuertes. Más flexibles. Más conscientes. Más amorosos y más humanos.
Estamos todos en esto. Juntos. Todos los seres humanos del planeta sabemos qué está pasando. Ni los Nukak se salvaron. Además ellos reconocen todo antes que nosotros. Porque en la selva no hay tanta contaminación de ningún tipo. Entonces todo te habla. Y uno escucha. Así es que todos vamos en esta barca por igual. Sepamos o no. Y seguramente muchas otras especies también. Sólo ellas lo sabrán. Aún no logramos comunicarnos pero ellas deben saber mucho también. Así es que vamos todos navegando en esta arca que no todos han cuidado. Pero ella es sabia. Pueden suceder muchas terribles cosas y ella se autoprotege. Cada sistema lo hace. Y aunque no comprendamos el tiempo, éste es uno de esos tiempos. Uno en donde el llamado es a aquietarnos y guardarnos y quedarnos de pie sostenidos fuertes de nuestras raíces y de nuestra flexibilidad para lograr que semejante ventarrón pase y nos deje al menos una que otra hojita. Tal vez ninguna.
Ellos hacen así. Y el flexible sobrevive. Y el que aprende a reciclarse y a vivir de lo reciclado sobrevive. Sobrevive el fuerte. El resistente. El que cree y se conecta. Con algo más allá. El que se cuida y cuida los suyos. El que entiende el mensaje de la natura y comprende qué es lo que hay que hacer. El que es coherente con los suyos y los respeta y se respeta así mismo. El que deja de lado su egoísmo y por supuesto el ego para concentrarse en el bienestar de la humanidad y no en el suyo solamente.
Me siento como un gran árbol anclada en mis raíces fuertes. Mi tronco está bien derecho y en mi centro pero flexible porque he tocado muchas veces fondo. Hacia todos los lados. Me he tenido que arrodillar y agachar e inclinar a punto de desfallecer. Mis brazos están abiertos llenos de amor para dar y para recibir. Siempre. Mi cabeza está erguida y puedo ver el cielo y sus estrellas. Y he visto pasar muchas estrellas fugaces. Pero he visto sobre todo titilar muchas estrellas que se quedan y que me acompañan y yo las acompaño. Y mi cuello está siempre listo para mirar hacia todos los lados. Para ver quien necesita que le tome su mano y mis ramas se extiendan hasta allí para tocarlos y contarles tantos secretos que me han contado. Y puedo ver abajo y puedo sentir y oler la tierra y la Tierra. y me agacho a recogerla para tirarla hacia arriba y verla cómo roza todo mi tronco y mis hojas y mi piel y mi cuerpo. Soy árbol. Fui semilla y ahora he crecido para dar sombra y ser abrigo y acunar de vez en cuando hasta a mi propia semilla. Protegiéndola. Porque ella es el futuro de esta Tierra a la que muchas veces le he escrito.
Soy como un gran árbol...así me siento.
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