Jamás pensé dejar de hacerlo. Porque es la base de mi vida. Lo que me permite levantarme cada día creyendo que todo es posible. Todo. Que la magia existe. Que aquel día que sentí ese breve suspiro sobre mi hombro cuando tenía 15 años y era un 14 de diciembre, era él. Mi padre. Que los encuentros y desencuentros que he tenido en mi vida son todos una causalidad. Que Dios, está en todas partes y que no es uno solo, sino que somos todos, que está en todos. Por todas partes. Que nace y muere a cada segundo. A cada instante.
Confiar. Cómo podría hacerlo esta mañana cuando cada tecla que toco es un regalo único que no sé si lograré poder hacer otra vez. Otro escrito. Otro confieso. Otra verdad. Una justicia divina que como Diosa me permite protegerme con el velo del amor como lo que es. Un manto invisible que nos protege a todos porque estamos unidos eternamente a ese útero del que nacimos y del otro útero que es más grande y fuerte que las raíces que me unen a este Robledal.
Confiar. Me doblego ante la realidad que nos abruma. Ante las circunstancias que parecen salidas de cualquier historia lejana. De cualquier país en el que no quisiera habitar. Porque soy una mujer de paz y de amor. Que no amo a todos, es verdad. No soy Dios. Y que no me aman todos, tampoco. No soy oro. Pero me acerqué en una semana a la realidad que vive mi gente. Y sentirlo en carne propia es desgarrador. Abrumador. Te deja sin aliento y sin lágrimas. Y aun así hay que tener el coraje y la cabeza bien puestas para ser capaz de proteger a tus tesoros. A esos que más amas y que sería desgarrador perder.
Confiar es un acto de fe. Es un salto al vacío que todos hacemos a diario. Confiamos desde que nos levantamos en que el día será amoroso y piadoso. En que cada ser que encontramos es un amigo. Es un hermano. En que tu cuerpo será de acero y resistirá todo. Los embates de la vida que como en Avatar uno comprende que para proteger a otros nos tenemos que volver una bola de fuego y de amor para expandir nuestra consciencia y alcanzar el infinito antes que otras fuerzas también poderosas lo hagan. Todos nos levantamos creyendo que este viaje es eterno. Pero no. Este viaje es efímero y todos somos pasajeros del misterio de la vida. No hay vuelta atrás. No hay pasaje de regreso. No hay pasaje para pasarnos a tener una mejor vista. Es la que vamos construyendo con convicción. Con barraquera. Con fortaleza. Con amor.
Confiar es entonces un acto de amor. Sin duda. Perder la confianza es perderlo todo, sin duda. Los japoneses lo saben y por eso son capaces de deconstruirse y construirse en tiempos absurdos. Su resiliencia nos supera. Y hoy yo me he mirado al espejo y me he sentido una. Soy capaz de sacar fortaleza del fondo de mi alma. Porque no tiene fondo para sacar la fuerza y la putería que esto requiere. La inteligencia y la sabiduría. La paciencia. La cordura. La alegría. La felicidad y la paz. Se aprende de todos en un instante. Comprendo hoy mejor que nunca este planeta hermoso en el que giro sin parar. El que recorro en busca del verde. Del azul. De la iridiscencia de aquel colibrí en un bosque que parece que me hubiera visto nacer allí. Con seguridad fui árbol. Fui roble. Fui volcán. Fui indígena. Fui piedra. Fui nube. Fui sol. Fui todas esas cosas que un día cualquiera me aparecieron ante mí develándome mi más grande verdad.
Confiar. Cómo hacerlo si quienes debieran protegerlo a uno te traicionan. Si quienes tenemos cerca no te están amando sino observando. Si quienes dicen ser tus amigos tenían una daga en su espalda. Si a quienes tú les confiaste tu más preciado tesoro, tu hogar, lo violentaron y te rasgaron el corazón. Como...aún no encuentro la respuesta. No la busco. En realidad no la quiero encontrar. Ella llegará a mí. Porque el tiempo y la verdad son más poderosos que todo. Te veré caer ante ellos y no hay escapatoria. Te veré caer ante la justicia además que aunque hay veces es lenta, ante tanta demanda de su presencia, es implacable. Es una. Y no es solo la humana, es la divina. Esa que ni debes conocer.
Confiar. Confianza. Confiando. Confío. Con... Silencio. Con... Confiar debe venir de con fe. Seguro.
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