Es como si volviéramos a nacer. Cada mañana. Porque siempre conservamos la esperanza de ser mejores. Cuando nos acostamos con el alma arrugada por algo que ha sucedido en nuestras vidas…y ella misma nos da un día más, sentimos que todo va a estar bien. Y que podemos cambiar. Y que vamos a cambiar. Y que haremos posible nuestros proyectos. Y que alcanzaremos nuestros sueños. Y que conquistaremos otra vez nuestra vida. Y que nuestro amor volverá. Y que haremos las paces con aquellos que hemos discutido. Y que nuestro espíritu va a encontrar sosiego…en un día más.
Y nos sentimos entusiasmados y aunque todo pareciera derrumbarse sabemos que todo va a estar bien. Y algo nos alegra el corazón y todo nuestro cuerpo siente cosquillas por dentro como si una mariposa nos habitara. Y nos recorriera por todas partes. Y sentimos sus alas tocarnos y es como si estuviéramos alcanzando el cielo. Y pasamos el día con una sensación indescriptible en nuestro interior. Y brillamos. Y nuestro halo le da a todo otros colores. Y vemos con otros ojos. Vemos con los ojos de la felicidad. Con los ojos de la bondad. Con los de la generosidad. Con los de la verdad.
Cuando la vida nos regala un día más, sólo debe haber gratitud. Porque podemos hacer nuestra vida como queramos que sea. Porque podemos ver el amanecer y estar atentos a dedicar nuestros instantes a derrochar alegría en todo aquello que hacemos o vemos. Podemos cerrar los ojos y ver hacia adentro. O podemos abrirlos y ver con gratitud eso que nos rodea y que hemos escogido. Esto que he escogido y que aunque esta tarde sea más fría de lo que esperaba, es lo que me ha dado tantos instantes maravillosos al lado de mis seres amados. De mis árboles y canes compañeros. Fieles.
Es como si volviéramos a nacer. Sin remordimientos. Sin pesos. Sin dolor. Sin sentimientos de culpa ni de nada que no sea amor. Porque cada día es esa página en blanco que tenemos como oportunidad para pintarla de eso que nos llevará a donde más deseamos. Es esa hoja que tuve en mis manos más de una vez en aquel mágico lugar en donde me encontré. Tras haberme perdido. En mi propia mente. Es esa…
Cuando la vida nos regala un día más es cuando nacen las ideas. Cuando llegan los recuerdos. Cuando tienes esa oportunidad de ganar esa carrera, de correr por esa ruta, de caminar por ese sendero, de acercarte a un extraño, de ayudar a un amigo. De llamar a alguien que hace rato no ves. De mirarte en el espejo y saber que allí en el brillo de tus ojos es donde habitas y en donde estás tú mismo mirándote. Silencioso. Sin juicios. Sin juzgarte. Solo contigo mismo como tu mayor cómplice. Como tu mejor amigo…
Y entonces llega un día. Como hoy, en el que sientes que lo has logrado. Que te has conquistado. Que muchas de tus metas están aquí contigo. Que pudiste. Que siempre podrás. Que no hay nada que temer. Que eres tu mejor compañía. Que eres tu mejor versión. Que siempre habrá una nueva mejor versión. Y deberás amarla. Aunque afuera no sea así. Porque la contradicción también es parte de ese caos que somos. De ese desorden que es parte de un orden perfecto y natural. Y todo está bien. Siempre.
Cuando la vida nos regala un día más podemos mirar atrás. A un lado. Al frente. Al otro. Y allí estaremos. Con las posibilidades que nos da la vida. Con las miles de posibilidades que nos regala y que nos regalamos. Con los deseos locos de vernos. De encontrarnos. De hacer más por los otros. De que otros también conserven la esperanza. De que existan posibilidades para todos. De que nos embriaguemos de emociones. De ilusiones. De certezas.
Cuando la vida nos regala un día más…solo hay gratitud…aunque lo que hagas con él es tu decisión.
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