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Foto del escritorMartha Elena Llano Serna

Cuando tu manada no es toda humana




Entonces uno comprende el dicho de pasamos una noche de perros. Porque así es. Hay noches en que la manada está inquieta y nadie duerme. Y todos dormimos en el mismo techo para proteger la fauna que esta afuera de noche en este bosque. Casi nadie lo comprende pero esa es la verdad. Para mi los perros no son humanos. Son mejores. Nunca juzgan. Y eso para mí, hace la diferencia en nuestra convivencia. Sólo hay amor y comprensión en su compañía. No todos lo podemos ver. No todos amamos de igual forma la vida. Lograr que algunos me comprendan ha sido un reto. Porque mi casa es perruna y peluda. Y hoy, siento que me voy quedando sin mi manada. Aunque cambie, hay manadas de manadas y ésta es una.


Cuando tu manada no es del todo humana uno aprende a tolerar otras formas de vida. Siempre he sospechado de los humanos que huyen de los perros. Me generan una resistencia tal que solo puedo soportar a pocos de ellos. Porque también los quiero. Pero esos que van por ahí y que simplemente creen que la vida de los otros, por ser perros les pertenece, de esos me toca estar bien alejadita. Siento en ellos el odio y la traición. No sé si tengan manada siquiera. Pero sé que no son de fiar. No son tolerantes, aman la perfección, que ni un pelo esté sobre ellos...y la verdad, es que son tan animales como todos.


Cuando tu manada empieza a irse a las estrellas, uno no duerme. No he dormido. Es natural. No caminaba con mi café cada día con una cosa. Era con un ser vivo que me miraba y me respondía. Uno que era capaz de dejarme saber que estaba viejo y cansado y que quería regresar a casa. Uno que seguía mi rastro a donde fuera. Mientras fui a Patagonia siguió los pasos que él quiso. Siguió los míos hasta que tal vez se desaparecieron y se volvieron otros. Sé que anoche vino en mis sueños y me tocó la puerta como solo él solía hacerlo, a lo maldita sea.


Cuando tu manada no es del todo humana y sobre todo cuando uno los ve nacer y toma a esos seres misteriosos por primera vez en sus brazos, puede comprender por fin el significado de la amistad. No tengo una amistad humana como la que he tenido con mis perros. Si eso es asunto de locura cojanme y atenme pero ya mismo, porque no puedo negarlo. Su amistad es tal vez la sensación de pureza más grande que uno como humano pueda sentir. En realidad, algunos de quienes decían ser mis amigos me han traicionado. Algunos han violado los códigos sagrados de una amistad y ya son solo conocidos. Y no es que sea fácil hacerlo. Es casi como dejarlos morir en mi vida. Y aunque yo para ellos no fuera su amiga, desafortunadamente ellos para mi si. Y comprenderlo me tomó años.

Mis perros han sido mis mejores amigos desde que me permitieron tener uno. Siempre en casa fue un tema negado. Desde que pude, me rodeo de ellos no porque sea más fácil. No es más fácil. Es tremendamente exigente. Son hijos que aún nuestra cultura no ve como tal. Y por lo tanto la discriminación es enorme. Y la respeto. Pero prefiero pasar mi vida entera con perros y en una manada salvaje que con una humana. La humana nunca para de hacer daño y de juzgar. De querer poseerlo todo y de armar una guerra en todas partes. Las manadas se equilibran y eventualmente alguien tiene que partir. Pero no se quedan toda la vida en eso. 


Cuando tu manada no es del todo humana, una mirada es suficiente. Hablamos con la piel y con los pelos. Con nuestro olor. El silencio es esa constante que todos respetamos y cuando algo sucede algunos ladran y otros muerden. Yo algunas veces quería aullar, pero me llevaba adentro ese lamento y al otro día amanecía enferma. Nos enfermamos porque no somos acertados comunicándonos. Necesitamos aprender a hablar y a decirlo todo y por eso decidí hace mucho decirlo todo. Así el otro interprete lo contrario. Vine a comunicar. Eso hago. Vine a decir que pertenezco a una manada medio rara, pero es mi manada. Aquí sabemos cómo vivimos y dormimos y comemos. Aquí nos amamos y protegemos este bosque, mientras él también nos da su abrigo. Puede que para muchos humanos necesite terapia por esto. Pero igual yo pienso que quien lo piensa, lo que necesita es el placer de pertenecer también a una manada medio rara y funcional y no en la que están. No se acostumbren a la disfuncionalidad solo porque es normal. No normalicen eso.


Cuando tu manada no es del todo humana y empiezas a ver pasar esas estrellas fugaces que son, porque su vida en el tiempo que conocemos los humanos es más corto, es que aprendes que cada dolor es diferente. Todos los duelos son otros. He vivido muchos. Porque mi manada ha sido grande. Muy grande. Desde Roble y Yarumo, pasando por la Crespa, Merlín, Mago, Mía, Coco, Oddie, el nuevo Mago, Lolo, Tina, Asterix. Mis amados perrunos que me han regalado lo mejor de ellos y que cada noche los siento muy cerca de mi. Me quedan recuerdos y su espíritu vigilante. Nunca antes había sentido un vacío energético tan fuerte como el de anoche con el viaje de éste grande. Espero que regrese pronto...y que si regresa sea lo que quiera ser, pero que cuando yo lo mire a sus ojos en una mañana como hoy, nos reconozcamos. Anoche salí a caminar para que siguiera mi rastro...que su olor se quede en mi. Que recuerde que soy su Haku.





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1 comentário


Silvia Hincapie
Silvia Hincapie
04 de jan.

Tengo una imagen grabada, me desoedi de Asterix en Nawal, tomé a Celeste y cuando abrí el portón de arriba, ya Asterix estaba ahí..... diciéndome, "no te vayas" ahh.... mis ojos se llenan de lágrimas

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