Uno siente que el corazón se expande a otros niveles. No hay ni siquiera palabras...solo emociones. Esas, que mientras no estoy, la pienso y entiendo lo complejo de ser un animal de "verdad" viviendo en una cueva, en el hueco de un tronco, debajo de una hoja, detrás de una ramita, camuflados con casi cualquier cosa, adaptados a no ser vistos, a pasar desapercibidos. Cuánto tengo que aprender, cuánto tenemos que aprender...tanto.
Cuando una tucaneta me espera en casa, me siento especial. Ella vive en libertad y yo también . Ella o el. Aún no se. Pero ambas nos miramos y sentimos una conexión, una intimidad, una comunicación inter especies que comparto con mis perros y que por primera vez tengo a este nivel con un ave cuya información genética le dice otra cosa sobre las relaciones. Le estoy haciendo un proceso de reintroducción, y ella se siente en un lugar seguro en esta diminuta casa sin paredes que hoy habito. Las paredes nos han robado mucho. Nos alejan. Ayer yo parada enfrente de un muro de cemento en un apartamento elevadísimo, ratificaba lo que hoy traduzco como depresión, soledad, enfermedad y miseria. No somos ricos por lo que creemos. Estamos tan confundidos. Y yo "desconfundiéndome" hace años, he sentido tan grata mi vida. Tan divertida, tan única, tan excepcional, tan maravillosa, así muchos de mi alrededor me miren con locura...hoy mi casa no tiene paredes en un clima tan frío, pero los colibríes me rozan, las libélulas liban néctar de las flores adentro de mi baño, o afuera, ya no hay ninguna de las dos. Los árboles son mis paredes, las nubes mi techo, el dosel mis cortinas, las estrellas pequeños faros, la Luna mi norte, y así...
Cuando una tucaneta me espera en casa y desde lo más alto de los árboles se lanza al vacío para caer sobre mi, siento que valió la pena todo lo que he hecho durante tantos años. Todo. Cada cosa, cada sacrificio. Todo es todo. Porque no en vano puedo saber que vive libre en un bosque que he cuidado, sino que ella libremente se siente a salvo en mi compañía y puede eventualmente reposar sobre mis manos, y dormir un poco más sin sentir que será cazada. Si ya sé, el ciclo de la vida es otro, pero cuando uno siente que hay alguien en donde uno puede posarse, descansar y confiar, nuestra vida siempre será un refugio de paz. Sentirse en un lugar seguro para mi, ha sido siempre la mejor experiencia de habitarme. No tengo alas pero vuelo. Soy libre.
Confío hoy más que nunca en otras especies que en la mía, tal vez soy más del mundo natural que protejo y que me cuida. Asi no más...
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