En el año 2011 caminando con mi café y dos policías que debían protegerme por esos días debido a amenazas de muerte, encontré en mi camino habitual, un balón bomba. Me ordenaron correr a casa con mis perros. Huí despavorida cómo había visto solo en películas. Tan sólo esta última semana comprendí definitivamente su significado. Entendí el mensaje. Ese triste día. Y luego con las autoridades cuando yo escuchaba a aquel sujeto, de corazón pensé que todo iba a parar.
Desplazados. Una palabra que vivimos sin compasión, tal vez con dolor, pero sin entenderla en el fondo. Porque no hay fondo. No hay cómo entenderla. Es desgarradora. Es abrumadora. Es increíblemente dolorosa y sobre todo cuando estamos cerca de una de las ciudades más innovadoras del mundo. Una de la que nos sentimos orgullosos así hoy sus referentes sean unos tan distantes de lo que realmente admiramos y de lo cual nos deberíamos sentir orgullosos. Una que me vio crecer y que me ha visto partir unas cuantas. Una de la que he sido también fuertemente discriminada, aún cuando haya nacido sólo a unas montañas de distancia. ¨Aquí no vengas a hablar me dijeron una vez, vos nos sos de aquí.¨
Desplazados. Así como se sienten millones de especies en el mundo. Miles de seres. Miles de aves que volaban libres y que de repente todo a su alrededor cambió y ya no están seguros. Y no confían sino en sus polluelos y en sus familiares más cercanos. Porque sus vecinos también los traicionaron. Porque nuestros vecinos, son una familia extendida que pueden saber nuestros ires y venires. Nuestros andares. Nuestros sueños, nuestros proyectos. Nuestra vida entera queda grabada en los caminos que recorremos a diario. Y así sin saberlo, otros ir grabando nuestros movimientos y nuestros recorridos. Qué dolor tan hijueputa es descubrirlo. Saberlo por otros. Por autoridades que se dedican a eso. Por quienes lo bajan a uno de la nube romántica en la que uno vive. Vida hijueputaaaa.
Desplazados. Ojalá nadie más lo sintiera. Pero es imposible. A pesar de que todos cabemos en este planeta, las especies poseemos unos mecanismos de protección que casi siempre atacan a otros. Sino me protejo y vivo serena ando y voy por el mundo cuán libre soy. Hasta que de repente y un día cualquiera un balón bomba revive esa historia que guardaste en papeles oficiales y en tu memoria. Ya casi lo había olvidado. Ya casi lo había logrado. Hay noches que me despertaba de repente y a mi memoria venía ese balón. Supuestamente inofensivo. ¨Pero si eso no hace nada señora, le dijo quién la puso a la fiscal. Pero si es que así yo separo mis fincas¨. Si claro, el único problema no es que lo puso en mi finca, sino que justamente esos actos son lo que son, TERRORISMO. Y es el terrorismo el que acaba con todo. EL balón nunca explotó. Lo tengo enterrado. Pero si explotó en mí. Si ocasionó el daño en mi mente. En mi alma. En mi espíritu.
Desplazados. Cuándo empiezas y cuándo terminas. Dónde empiezas y dónde terminas. Sentirlo en carne propia es incomprensible. He escrito estas y muchas líneas durante dos semanas, sintiendo una bala en alma. Un disparo detrás de mi espalda. Un fusil en mi cabeza. En mi hijo. En mis perros amados. Y es absurdo. Es imposible de continuar. Cuando hay tanto odio en tu contra. Cuando les han sembrado desamor y envidia desde pequeños, un día salta la liebre y te ataca sin saber que lo que aprendió no es verdad. No es lo correcto. No es lo que ella ni ellos piensan. Los engañaron y su propia familia les mintió cuando en un acto de avaricia olvidaron la historia. No son medidas. Son documentos los que nos hacen hoy en día dueños de los bienes que poseemos. Mi carro es mi carro porque así lo dice su matrícula. Una puerta de ese carro no es de nadie. El carro es una totalidad. Así pasa con las fincas, con la tierra. Con lo que hoy es más preciado casi que el agua que el oro. Que el bendito oxígeno que respiramos.
Desplazados. Que dura palabra. Que fuerte leerla. Que triste escribirla. Que daño irreparable sentirla. Porque he protegido este lugar durante 27 años, confiando que sería para la gente del futuro. Para que haya aire. Para que haya agua. Pera también para que nosotros, mi hijo y yo pudiésemos vivir aquí. Y así será. Porque el terrorismo es un acto de odio que no entrará otra vez en nuestras vidas. Lo mantengo a rayita así como a aquellos que fingían ser mis amigos, cuando inocentemente creían que sabían todo sobre nosotros, para contárselo a otros. La inocente fui yo. Pero liberarme de esa energía fue revitalizador. Fue saber que he vivido mi vida intensamente y que la envidia corroe el alma de algunos de los seres de este planeta. La falta de espíritu de quienes dicen cultivarlo es justamente eso. Porque les cuesta la vida tienen que cultivar lo que no tienen. A mí me sobra oíste...
Desplazados. No seremos nosotros. Porque aunque me sugieran asilarme, refugiarme, esconderme y cualquier cosa que pretenda acabar también conmigo, eso no es para mí, es para los otros. Los buenos y los que estamos del lado correcto tenemos es que DENUNCIAR a los malos y corruptos. A los que son bravos pero que también son espíritus seguramente bondadosos en el fondo que ni ellos conocen. Desplácense ustedes, asílense ustedes, escóndanse ustedes. Que yo estoy tranquila y convencida de que la muerte que me desean, no llegará por ustedes. Llegará apaciblemente un día cualquiera. He vivido más de una vida. Me falta una. Y no me la gastaré huyendo. Con miedo. Con angustia. Con desasosiego. Con mariposas en el estómago y con mi presión sanguínea a punto de explotar mis pobres venas. No. Ni se los deseo a ustedes siquiera.
Desplazados. No. Ni uno más. Millones lo han vivido. Históricamente es lo que ha hecho el ser humano. Destruyendo a otros. Invadiendo a otros. Queriendo imponerse sobre los demás. Qué cruel. Qué inhumano. Qué perdida de energía vital. Qué egoísmo y que ignorancia. Eso sí, eso es lo que son, ignorantes. Brutos no. Ignorantes. Y yo desde aquí solo me queda mandarles amor siempre. Porque creo que nunca les dieron. Creo que en su casa no aprendieron qué era eso y hoy sos capaz de usar a tus hijos como escudos humanos cuando habiendo siendo advertida de no ingresar por las autoridades armadas, fuiste capaz de regresar usando a tus hijos para protegerte. Qué clase de ser sos.
Desplazados. Eso es lo que has sido toda tu vida. Y no fui yo quien te lo ocasionó. Ya sabes quién fue. Estás mirando para el lado que no es. Creciste toda tu vida engañada y ahora que sos grande podés entender la verdad. Podés amar en vez de odiar. Tenés demasiado para creer que sos pobre. Mira a tu alrededor. Tu familia es tu mayor riqueza y jamás pretendí comprarte con lo que te di para que estuvieras más cómoda. Yo no me compro sino las cosas que no puedo hacer o no sé cultivar. Porque a pocas cosas que me he comido que yo haya cultivado. Vos sí. Hazlo porque si hoy la tierra, el agua y el aire son el oro, en el mañana saber cultivar será la opción para sobrevivir. No habrá otra.
Desplazados, sé que no me leerás. Pero yo te envío amor para que tu luz brille y se expanda en el infinito. Para que tu espíritu guerrero comprenda que no hay mayor arma que el amor. Sí, el amor. Esa puede con todo. Y con todos. Afortunadamente. Porque de eso estoy hecha. Y tengo para dar y convidar.
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