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El poder de las palabras


Las dichas, las pensadas, las escritas. Todas ellas una. Y sin darnos cuenta, las vamos pensando, diciendo y escribiéndolas, sin pensar siquiera en el poder que tienen. Y si que lo tienen, más de lo que podemos siquiera imaginar. Inclusive, hay miles de palabras que decimos con el cuerpo. Nuestras expresiones corporales logran comunicar más que muchas de ellas, porque al final, nuestro cuerpo habla.


El poder de las palabras es tal que las pronunciamos y podemos generar muchas reacciones en los otros. Nada más grave que una palabra mal dicha, mal escrita, mal pronunciada. Porque en ellas va una intención. Y lo logran con una facilidad increíble. Hemos herido a nuestros amados, con palabras, expresiones y al final con hechos. Pero una palabra en el momento incorrecto, en el lugar que no es, por el medio que nunca debe ser para expresar tantas cosas y el daño está hecho. Si! Claro, podemos apelar al perdón, al olvido, a muchas técnicas y a lo que queramos y ellas quedan como tatuadas en nosotros.


El poder de las palabras está para poder hacer con ellas cosas bonitas. Antes de decirlo o de escribirlo, respira profundo. Haz un silencio. Muchos silencios. Piensa, no actúes, no contestes. Espera. Respira otra vez y piensa lo que vas a decir. Porque la palabra dicha, dicha está. Hay que cuidar nuestras palabras y velar porque ellas siempre sean dulces. Que el respeto las rodeen y que el amor las mantenga. Es un ejercicio diario. Porque exige además paciencia y comprensión del mundo de los otros. De las realidades que no podemos ver nosotros. De las historias que hay en las historias de los otros y que no hacen parte de nuestras historias y de nuestras vidas.


El poder de las palabras. Que increíble sabiduría de aquel que dice, lo que dices de mi, dice más de ti que de mi. Porque además ellas son un espejo. Y cuando intentamos lanzarlas al vacío, estamos lanzándolas para nosotros y resuenan como un eco en nuestro espíritu. Ellas mueven montañas, acercan corazones, tocan el espíritu de quien nos habita y hacen danzar a los lobos.


El poder de las palabras es tal vez aquello en lo que más puedo confiar, inclusive cuando hay silencio, porque esas palabras no dichas, también lo dicen todo.

 
 
 

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