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Foto del escritorMartha Elena Llano Serna

El poder del silencio

Sin él, no hay nada. Porque en él existimos, de ahí nacemos, de un instante único en el que todo el poder del universo se funde, en el que dos se miran, en el que una lágrima te desborda, nos desborda. En el caluroso momento de la vida en donde todo se gesta. La magia. Esa que hace mi vida. Y también tu vida. Porque lo he vivido cientos de veces. El silencio.

Ese que necesitamos a cada instante. Para sentirnos. Para escuchar nuestro corazón. Para vernos por dentro. Para desnudarnos con nosotros mismos y con los demás. Ese que nos roba el aliento como este instante en que sentada aquí, en el fin del mundo, pero en mi principio, parece que ya hubiera venido, que hubiera sido una expedicionaria de otro tiempo. De otros tiempos. De unos lejanos o quizá cercanos. La vida es un misterio y me siento tan a gusto en este frío inmenso que disfruto que las ñatas se me quemen y los labios se me deshidraten, porque mis ojos no caben de la dicha y del placer de ver tanta belleza, tantos blancos. Tantos.

El poder del silencio me ha regalado los mejores momentos de mi vida. En ellos me he encontrado porque me he perdido cientos de veces. Miles quizá. Hay veces pienso que morimos y renacemos tanto que es justo que en nuestras vidas nos perdamos y que aparezcamos una y otra vez. Porque la vida no es estática. Se mueve. Y hay veces estamos listos y bien paraos y otras veces estamos así como a punto de desfallecer y este planeta gira para el lado menos pensado y tengaaaaa que aquí tiene lo suyo. El silencio.

Ese que puedo sentir en mi interior y que reclamo con locura cuando convivo con alguien o con alguienes. Palabra que no existe, pero que en la realidad sí. Como el tiempo. Disque no existe, pero sí que existe siempre en nuestra vida, en nuestra escala humana cuando queremos que algo pase, que llegue, que sea. Ahí si el tiempo existe con toda su fuerza. Con todo su poder. El tiempo es eso que no puedes atrapar pero debes esperar. Es una medida pero medirla es casi imposible cuando algo te duele, como el duelo que vive hoy mi familia entera. Estar de duelo es ese dolor profundo que siente el corazón y se lo pasa a todo el cuerpo y parece que cada célula de tu cuerpo llorara. Como yo ahora. De felicidad y de duelo. De ir cruzando los lugares más bellos y de recordar que nuestro amado ya no está. Hiciste locuras, pero eras nuestro querido primo, hermano, tío y sobrino. Te nos robaste las alegrías que faltaban, te las llevaste con vos. Pero nos diste tantas también, eso lo tenías que saber.

El poder del silencio me ha entregado todo en mis mañanas en donde mis perros y un bosque hermoso han estado ahí para mí. Cuando sos extremadamente sensible, sentís las entrañas del planeta en tu vientre y cuando comprendés que él sufre vos sufrís. Aquí donde siento que el planeta respira y en realidad puedo verlo, es que comprendo con toda certeza que cuando en algún lugar del mundo todo parece acabado, en otro, todo apenas empieza. Vivimos sumergidos en lo que poderosos nos quieren contar. Pero pocas veces nos muestran estas bellezas que ven hoy mis ojos. Este increíble mundo natural en el que he visto el estado salvaje de los zorros y en el que me desgarra su realidad. Que poderosos somos los humanos maldita sea!!! qué insensibles y vergonzosos. Si solo es mirar a tu lado. Para ver a los tuyos, a tu hijo, a tu madre, a tus padres, a tus hermanos, a tus hijos. Vivimos ahora colgados en cajitas altas, o en cajas bien grandes y bien cuadradas en donde creemos meter todo. Pero no es verdad. Allí no cabe todo. Caben cosas. Pero no cabe la naturaleza humana que sí somos. El silencio.

Ese va con nosotros a todas partes y está en nuestro mundo pero lo esquivamos. Porque nos da miedo reconocernos y vernos. Y no hay nada que temer. Es preciso escucharnos. Porque al hacernos podemos mirar a los otros espíritus y decirles. Existes. Existimos. Y es así como comprendes que un perro es más que eso. Es un espíritu que llegó a tu vida con un regalo. Los lobos y los zorros fueron domesticados por mujeres en las cuevas y nuestra conexión con ellos es ancestral. Viajar con nuestra Ori ahora es más que un regalo, es una oportunidad de sentirme también más salvaje. Porque sí que lo soy. Rebelde, libre...silenciosa. Y salvaje.

Silenciosa hasta que quiero contar historias y mostrar el mundo que veo. Hasta ese momento lo soy y me vuelvo una loba. Eso somos. Lobas que corremos en una manada. Hay veces las mujeres somos crueles con otras. Pero es que esa es nuestra naturaleza. Domesticarnos para morder más pasito ha sido un entrenamiento que nos ha tomado años, vidas. Pero hay que hacerlo. Porque los dientes de guerrera y de loba y de perra y de zorra y de bruja y de fiera, solo hay que sacarlos cuando se nos meten con los nuestros, con nuestros hijos y nos tocan esa fibra en nuestro interior en donde sentimos la evolución de la humanidad en un instante, en donde puedo verme en mi cueva, en mi tipi, en una estepa mirando a lo lejos, la belleza de un atardecer y a millones en una guerra absurda que no tiene precedentes. Allí he estado miles de veces, cientos, una. Y arrodillada veo con dolor partir a quienes he amado y he tenido que caer tendida sobre el suelo a mirar por entre los espartillos las batallas que vivimos. Los dolores, las lluvias, un atardecer, otro amanecer, el cielo profundamente estrellado...hasta que te veo silencio.

Me has dado tanto que puedo escucharte. Sos mi amigo. Has vivido conmigo muchos de mis años adulta y te amo. Porque he vivido como he querido. O al menos eso creo. He sido auténtica a tu lado y sé que siempre estarás ahí. Porque sos.

El silencio en Ushuaia es otro. Es más profundo. Porque sus blancos son infinitos y porque la exuberancia del frío es absurdamente hermosa...

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El Silencio, que muchas veces nos ”aturde”, porque nuestro cuerpo habla, nuestro cuerpo nos grita, nuestro cuerpo nos pide auxilio. Hermoso escrito

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