
No es fácil. Toma años adquirir el rigor que requiere, sino la vida entera. Porque para hacerlo en el mundo humano en el que vivimos, todo lo que quieras escribir sobre un tema específico y que sea considerado científico debe ser medible, verificable, cuantificable. Algo difícil para la mayoría de los humanos porque el promedio apenas puede con la vida. Sin embargo, sí podemos aprender a ser con nuestras vidas algo que pueda permitirnos la tranquilidad sobre lo que consideramos verdad, en particular ahora con las ayudas tecnológicas que nosotros mismos hemos inventado y que al final nos terminan sirviendo para que todo pueda ser medible, verificable, cuantificable y por lo tanto permitir la trazabilidad que cualquier verdad podría llegar a requerir en algún momento.
Ese es el secreto, trazar la verdad, perseguirla, poder leerla cronológicamente y encontrar las respuestas a lo que podría ser una mentira, pero que no lo es, cuando tenemos la fortuna de poderlo leer en el hilo de una conversación, o en fotos, o en videos, o en cualquier clase de archivo que lleva impreso en su interior la fecha, el día, la hora, ese instante marcado para siempre. Porque entonces así es como todo tiene trazabilidad y la historia podrá saberse cuando así sea necesario pero con verdad, con transparencia, con honestidad, con claridad, con esos fotones diminutos que sacan a la luz la oscuridad que existía y que ya no tiene el poder de continuar siéndolo.
Aprender a vivir con rigor sí que es exigente. Porque no solo nos toma años ser disciplinados sino honestos. Podemos mentirnos lo que queramos pero la verdad siempre estará escrita en los libros universales en donde no hay cómo escapar, porque en conclusión, a Dios no le podemos mentir, no porque haya castigo, sino porque esa energía universal todo poderosa a la que le hemos dado ese nombre, todo lo ve y todo lo sabe. Nada más difícil que sostener una mentira, porque la energía de la verdad siempre la sacará a la luz. No hay escapatoria, para ningún lado. Y como Dios habita en nuestro interior, lo que no sea verdadero, siempre nos perseguirá a todas partes, a donde vayamos, sin dudarlo. Aunque obviamente hablo de personas sin ningún trastorno de personalidad por no decir de los mentales en donde la cosa es a otro nivel Maribel. Ahí ya es otra cosa. Porque hay quienes se mueven no sólo por incapacidad con otros códigos de comportamiento, sino que también en nuestra sociedad hay diferencias éticas, morales además de conceptuales sobre la vida. Nuestra sociedad no comparte los mismos valores y por lo tanto se nos hace difícil relacionarnos y encontrar el punto medio entre tu vida y la mía.
Sin embargo, entre tu vida y la mía, hay una diminuta línea invisible que nos separa, y que algunos dicen que son seis grados. Una teoría sobre la trama y la urdimbre de nuestra vidas. Muy bella por demás. Por lo cual nos inventamos eso de que si nos conocimos, fue porque así debía ser, y dado que todo es energía, entonces tiene sentido. O sea que nuestra energía sí atrae los eventos que vivimos y los seres que conocemos y está en nosotros encontrarle esas razones. Y estará en nosotros estar a la altura y hacerle honor a lo que somos. Y lo que somos está en nuestro corazón y es por eso, que solo podemos dar lo que hay en él. Y como todos estamos cargados de experiencias, podríamos dar y dejar dolor y amargura por donde pasamos, pero podemos escoger ser alquimistas y transformarlo todo y dejar amor y dulzura. Esa es la diferencia y el poder de la alquimia. Que cada encuentro cuando ya eres un ser medianamente consciente sea tan poderoso que siempre lo puedas recordar con dulzura y amor. Desde cuando sales a la calle y te encuentras a miles de seres con quienes podrías engancharte cuando conducen afectando tu vía, tu vida, o en nuestros trabajos cuando contratamos o nos contratan para realizar una actividad, encontrando miles de posibilidades en los resultados.
Y no nos podemos esconder en nada, ni en Dioses, ángeles ni arcángeles, ni en medicina ancestral o actual. Los que somos lo llevamos a todas partes, desde nuestras familias, amigos, desconocidos y cuando somos capaces de relacionarnos a otros niveles, lo entregamos también a otros seres vivientes e inclusive a los no vivientes. He aprendido a tratar con respeto hasta las piedras. A menos que me peguen y yo las mire y les haga hasta el reclamo, porque todo es energía y no solo eso, sino que todo tiene espíritu.
Ese es el secreto y además el poder de las palabras. Porque es la vida misma que sin escapatoria siempre nos exigirá ser consecuentes y coherentes con lo que hacemos porque como dice Morgan Freeman, "Tener la posibilidad de herir a quien nos hirió y no hacerlo, eso es lo que realmente nos distingue de ser como ellos. La verdadera fuerza no está en la venganza
sino en el control, en elegir la paz sobre el rencor y demostrar que somos más grandes que el dolor que nos causaron." Qué verdad y qué simpleza, aplicarlo es como complicadito, sobre todo cuando se perdió el elemento pilar de la vida, la confianza. Por eso hay que esperar a que llegue el mejor alquimista del mundo: el tiempo. Ese nos dirá todo. Porque ese sí sabe de ciencia y nos la escribe de una forma medible, verificable y cuantificable, con todo su rigor. Solo hay que ser pacientes, y como pacientes, hacer el duelo que nos corresponda, ahora o en su debido momento. Y vivir nuestra vida con conciencia. De ahí viene...
Que delicadeza al contar una historia que conozc; una historia difícil de transformar en amor, en olvido...