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Foto del escritorMartha Elena Llano Serna

Hay un tiempo para todo


Para crecer. Para aprender. Para madurar. Para estudiar. Para dar esos primeros pasos en todo. Para gatear y alcanzar eso que tanto queremos. Para decir ma má. Para decir luego pa pá. Para meternos todo a la boca y desde ahí conocer el universo.


Hay un tiempo para todo. Para amar. Para reír y llorar. Para sonreír. Para bailar y llegar tarde. Para llegar temprano también. Para ir con las amigas por ahí. Para celebrar los 5, los 15, los 20 y los 30. Para celebrarlos todos. Para recordar la vida pasada. Para trabajar sin parar. Y para parar sin trabajar.


Hay un tiempo para cada cosa. Para cada cual. Hay un tiempo para llorar. Para sufrir y para gozar. Hay un tiempo para estar y otro para irse. Para escoger y para abrazar. Para querer y amar con todo y para soltar. Con todo. Hay un tiempo eterno. Y el efímero que nos recuerda que también lo somos.


Hay un tiempo para todos. Uno que se queda y otro que se va de prisa sin mirar atrás. Uno que nos permite la serenidad y otro en donde ni cabemos nosotros. Porque siempre hay algo por hacer. Siempre hay alguien más. Siempre hay más y más. Y nunca es suficiente.


Hay un tiempo para la familia y otro para los amigos. Uno para nosotros y otro para ninguno. Uno para crear y otro para desbaratar. Uno para dejarte tocar por la lluvia y otro para esconderte debajo de las cobijas. Hay un tiempo maravilloso y otro que de maravilloso no tiene nada.


Hay un tiempo que anhelamos y otro que deseamos jamás hubiera existido. Pero es imposible. Todos fueron nuestros. Siempre. Y no podemos borrarlos por más que queramos. No hay vuelta atrás. Y donde estamos hoy es gracias a ese tiempo. Nunca sabremos si de no haberlo tenido todo sería como es ahora. O si nuestra vida fuera otra.


Hay un tiempo para madrugar y otro para permanecer en cama hasta que ya no más. Hay un tiempo para escribir y otro para leer. Uno para sanar y otro para enfermar. Porque de ambos aprendemos. Uno para sentarse plácidamente sobre la arena a ver como el mar se acerca a nuestros pies. Otro a caminar y caminar hasta no poder parar. Hay tiempo tibio. Hay tiempo frío. Hay tiempo…


Hay un tiempo donde irradias esa luz que somos. Otro en donde toda la oscuridad parece habitarte. Y uno en donde ves todo con claridad y otro en donde ninguna claridad te es obvia. Uno en donde deseas salir corriendo tras del amor y otra en donde esperas pacientemente que el amor te toque otra vez. Porque hay tiempo para aprender de las experiencias y sin miedo volverte más sabio. Más sagaz. Más atento.


Hay un tiempo preciso para cada cosa. Saberlo es el gran reto. Porque debemos permitir que el tiempo pase tranquilamente. Es la colección de instantes. Es el recuerdo de momentos que pasan y muchas veces se instalan en nosotros o muchas veces se va de prisa sin que siquiera notemos.


Hay un tiempo para olvidar. Porque él mismo es el olvido. Y hay un tiempo de quietud en donde toda la placidez se nos entrega como un merecimiento a algo. A quienes somos. A quienes hemos sido. A quienes seremos. Un tiempo gratificante en donde todo transcurre en una velocidad distinta. En una que muchas veces no nos permitimos. Porque casi siempre tenemos nuestra vida llena de prisa.


Hay un tiempo para vivir más lento. Sin prisa. Con pausa. Un tiempo eterno que nos hace más sosegados y nos lleva a una paz increíblemente bella.


Hay un tiempo…

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