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Foto del escritorMartha Elena Llano Serna

Historias

Quien no las tiene. Secretos, quien no los tiene. Intimidad quién no la tiene. Privacidad nuestro derecho. Cuatro verdades. Tres derechos fundamentales de cada ser. Porque somos uno menos en esto. Tenemos derecho a tener una vida privada, íntima y secreta y eso nos da la libertad de ser quienes somos. No cruzarnos en la raya de eso con nadie nos mantiene libres también. Las contraseñas son secretas, los celulares son privados, los pensamientos son nuestros y las historias personales son de cada uno. Contarlas es un privilegio para mí. Tengo miles. Porque vivo intensamente. Hay veces un exceso para muchos. Hay veces un exceso para mí también. Pero amo la vida que he llevado con sus aciertos. Ella me ha traído hasta aquí hoy. Un momento en donde la placidez de un café a las 8:30 de la mañana cuando aún no amanece es bien extraño pero también es hermoso. El silencio lo dice todo.

Las historias nos cuentan experiencias. De otros o de uno. Momentos que no se repetirán igual y que dan cuenta de lo que hemos o alguien ha vivido. Emociones y sensaciones que están en nosotros o en alguna parte y entonces atrapan a nuestro espíritu y le imprimen eso, lo que pasa ahí en ese lugar. Pero no somos los lugares, más si sus sensaciones y lo que ese lugar vive, nos lo pone en nuestro interior y por eso desde un instante antes de que el cielo se caiga y de que las nubes suelten su algodón en pequeños copos de nieve blanca, es que pienso en las emociones que vivimos en mi amado país, y las emociones que vivo aquí. Aquí todo no es color de rosa como sus atardeceres, ni azul brillante como sus lagos y glaciares. Aquí la cosa es bien complicada económicamente hablando. Pero el tema social que vivimos nosotros sí definitivamente es increíblemente absurdo. La zozobra en que estamos sumergidos es una adicción de la que no podemos salir. Porque todos estamos metidos en ella hasta el cuello y los medios se alimentan de eso, los políticos se alimentan de eso y las familias hoy no se reúnen a compartir sanamente su vida sino que en el medio de eso están los medios y que valga la redundancia dándoles las malas noticias de un país violento.

Me temo que he intentado salirme de esa adicción y solo cuando uno empieza a desintoxicarse es que se da cuenta cuán grave es. Nos volvimos adictos a las malas noticias. Yo trato de saber de mi país y cuando busco sus noticias no encuentro nada que me alimente. Entonces paso. No hay territorio perfecto, pero sí debemos proporcionarnos territorios pacíficos para el espíritu. Me declaro de la Nación de Woodstock, así pensé que empezaba mi escrito hoy, pero empezó de otra forma. Así escribo y ya está. Sin obligación solo placer. Soy de la Nación de Woodstock, una nación compartida por medio millón de seres que asistieron en agosto de 1969 a un concierto, y durante tres días, acariciaron la posibilidad de vivir en una nación de paz, amor y música. Hippies solían llamarlos, y aún hoy, pero prefiero ese mundo y yo quiero que me lo devuelvan. Yo apenas tenía un año pero creo que he vivido en ese concierto toda mi vida, aún sin saberlo... No sé exactamente que incluya ser hippie, pero me han dicho que soy una y aunque no aprendí a fumar si me unto cannabis para todos mis dolores por todas partes.

Colombia, cuánto te amo y hoy me haces escribirte con tristeza porque en ti se han concentrado algunos males que son insoportables. El miedo, la intolerancia, el irrespeto por la vida, la violencia de tantas almas intentando sobrevivir en un paraíso increíblemente hermoso. Nos has dado todo y nos has quitado todo. Ante ti me he arrodillado en lugares que me han robado el aliento y en ti he vivido las historias mas macabras y secretas de mi vida. Pocos las saben y nunca serán publicadas, pero te has robado días de mi vida, lo que es imperdonable. Mi amor por ti sí que es bipolar, te amo y te odio al mismo tiempo. Ni siquiera al segundo después. En el mismo segundo mis emociones por ti son locas. No sé cómo seguir en ti ni dejarte pasar. La vida en ti sí que es un exceso pero una despedida para también lo sería. Muchos estamos aún allí porque nuestras familias y amigos y nuestro patrimonio natural está en esos lugares verde azules que nos rodean.

Historias, quien no las tiene. Adicciones, quien nos las tiene. Pensábamos que no, y sí. Vivimos en un país en donde todos nos volvimos adictos a él. Nos acostumbramos a vivir con la zozobra de un país como el nuestro con todo lo que eso implica. Salirnos de ahí solo es posible si cada uno cierra su mente a lo que nos quieren vender. No creer que eso es la verdad. Que se vayan pa la mierda todos esos políticos corruptos y mentirosos que subimos al poder diciéndonos lo que justamente no van a hacer. Con lo vivido, ya creo que no soy ni de izquierda ni de derecha, yo soy de Woodstock y más ná. Solo quiero paz. Esa que dizque firmaron y por la que obtuvieron premios y dinero mientras aún nosotros respiramos el odio de la inequidad. Yo sí decía que por que la música es tan importante en mi vida. No es solo por herencia familiar, es por esa herencia natural de sentir la paz, la armonía, el ritmo, el amor y la serenidad, en el compás perfecto de la naturaleza.

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