Que el mundo está en paz. Que la brisa es tibia y que el cielo azul y permanente. Que todos tenemos algo por comer. Que ese momento en el que ves golpear a ese perro callejero jamás existió. Que ninguna mujer ha sido maltratada. Que ningún hombre tampoco. Menos algún niño. Que la muerte es natural y que cada uno tiene una relación recíproca con su Dios. Con la fuente de su energía. No hay pecado ni castigo. No hay dolor ni maldad. No hay tiempo ni espacio. Solo la eternidad permanenete de nuestra energía fluyendo hacia el Universo y desde el Universo hacia nosotros. Imagina.
Puedo hacerlo y es muy placentero. Es momentáneo y muy fugaz. Pero hallo esa paz en mi interior. No hay dinero que compre este instante. No hay salud que se compare con ese sentimiento de poder teclear sin sentirme tan viva cuando mi propia mano me exige parar. Casi dos meses sin hacerlo por la necesidad de sanarla. Pero ella insiste en que esa sensación de hormigueo es el recuerdo de que he vivido. De que puedo imaginarme lo que quiera pero que soy mortal y humana y estamos aquí en este aprendizaje maravilloso de reconocernos y vernos en los otros. De verme en un paisaje y querer fundirme con él. De recordar el mar en Gaia y siempre querer volver. De ver la lluvia y sentir que son las lágrimas de mi planeta. De verse elevar a los árboles de este bosque hacia el cielo y reconocer que sí con las antenas de este diminuto ser al que llamamos Tierra.
Imagina que no hay fronteras. Que ese gran invento que solo nos cierra las posibilidades no existe y que podemos movernos libremente por esta Tierra. Es nuestro patrimonio. Toda ella. Somos humanos de este presente y el misterio de la vida no se nos ha revelado como pensamos. Nadie sabe en realidad cómo es esto. Pensamos, divagamos, creemos, nos aferramos a algo que nos de una explicación, pero no podemos lograrlo. Hay algo allí más grande que todo. Que nosotros, que este poderoso cerebro con el que podemos hacer magia y por alguna increíble razón no se nos es revelado todo. No tendría sentido una vida sabiéndolo todo. La sorpresa y la incertidumbre hacen parte de este delicioso viaje. No siempre lo es, pero hay que tratar de que aún en las peores situaciones así lo sea. Porque vivimos con un miedo permanente que no nos abandona nunca. Y entonces aprendemos técnicas que nos ayudan a olvidar.
Pero olvidar no es tan simple. El mundo no es ese que imaginamos. Él tiene vida propia. Sus propias experiencias. Sus propios deseos y lo que él también imagina. Son conexiones energéticas. Energía. Electricidad simple moviéndose de un lado a otro. Caos y orden. Calma y serenidad. Cuando de repente una gran guerra nos toma por sorpresa. La esperábamos. Pero no así. Es un nudo. Un pendiente del mundo por sanar. Un dialogo no terminado. Acuerdos no hechos. Silencios de las partes. Y así tampoco es. Solo el dialogo entre especies, interespecies, entre los inventos de paises que hemos hecho, es lo que puede continuamente garantizar la armonía. Es un reto. Porque para todo se necesita de las partes. De parte y parte. La reciprocidad empieza con uno pero se necesitan dos cuando toca a dos, a tres, a cuatro, a todos. Es preciso y precioso que así sea. Desde que lo hago me siento en paz. Ya no solo lo imagino. Dejo que esa sensación recorra mi cuerpo y procuro soltar las interrupciones que existan. Hay como en todo sistema puntos de cortocircuito que desde hace días procuro tocar, mover, aislar y dejar ser. Todo vuelve a su curso.
Imagina que el mundo está en paz contigo. Que lo estás con él. Que no hay pendientes. De ninguna parte. Que lo dicho, dicho está y que cada uno asume con gran responsabilidad lo hecho. Solo tenemos el presente. Este en el que puedo imaginar mi mundo en paz. Una decisión cambió mi permanencia en él y ahora la acepto y agradezco a quienes me han retado para crecer y ser quién soy. Soy ésta. Imperfecta y perfecta a la vez. En paz y en caos. En serenidad y también con turbulencias internas que me garantizan apasionadamente escribir cada día sin que muchas veces deje ir al viento mis palabras. Solo las lanzo desde mi corazón al mundo que habito y sigo. Imagina... El placer de tener un cerebro como el nuestro es eso. Poder imaginar y creer y hacerlo.
Siiiii ..... imaginar.... imaginar que ese dolor no es mio, imaginar que viajo.... imaginar gracias por volver con tu