Somos imperfectos. Inestables. Un maremagnum de emociones sin cesar que intentamos contener y centrar. Somos la marea de la Luna en nuestras venas. El burbujeo de la fuerza y el calor del Sol. La aridez de Marte y yo que estoy influenciada por Mercurio, pues ni qué decir. Me mueve el aire por encima de las nubes. Floto libre como el viento y me elevo hay veces en el placer de habitar este mi cuerpo. No sé de dónde vengo ni a dónde voy. Creo saber. Siento y creo que tener la certeza...Pero el viento cambia y de repente a cada instante somos otros, vamos en otra dirección. Y no fácil aprendí que si soy flexible, que si tengo la rigidez de un roble pero la flexibilidad de un bambú en una de esas tormentas que solo un humano puede tener, entonces sobrevivo.
Soy huracán y fuego, soy ciclón y quietud, soy silencio y oscuridad, soy loca y cuerda, soy música y amanecer, soy rocío y soltura, soy tantas cosas que hay veces este ¨cuerpecito¨ apenas le hace honor a los sentimientos que me abrigan. Dejo volar mis emociones y siento con dulzura la plenitud de este viaje en mi navecita espacial. Hoy voy aquí en Ushuaia y ahora salgo para un poquito más al sur. Lapataia. Siempre más al sur, quiero más. Quiero verte tierra desde aquí cuando no estoy. Quiero saber quién camina delicadamente por estos lugares que le dan el agua dulce a mi planeta. Amo los lugares salados también. Al fin y al cabo agua. Y somos agua. Somos esto que veo y al verlo siento fundirme con él. Pareciera que mi cuerpo no existiera y al final no existirá.
Soy las fotos que hago, esos instantes únicos e irrepetibles que me acompañan desde joven como las palabras que se escriben primero en mi corazón y que una palabra o una frase disparan para que yo me siente a decirle a mi teclado qué escribir. Somos amigos. Buenos amigos. Él me mira silencioso siempre. Nunca dice nada. Solo obedece a mis emociones. Es prudente. Soy yo la que con fuerza algunas veces le hago entender que mi corazón late fuerte, que tengo que escribir rápido para que esto que siento no me desborde. Entonces él como solo él sabe hacerlo, le pone letras a mis sentimientos y las une y juega con las palabras y yo hay veces no sé quién es quién. Porque todo tiene espíritu.
Escribo por placer, para mí. Y no pretendo herir a nadie con mis palabras. Cada quien toma lo suyo y lo hace personal si es su decisión. Las amistades son fuertes para resistir lo que sea. Y la familia ni se diga. Somos familia por la simple razón de que nuestros ancestros son los mismos y ellos viajan por nuestra sangre como ríos. Como esos que navegamos juntos en una historia común que compartimos como humanos. Yo debí haber sido zorra o loba para sentirme tan conectada con los perrunos que amo locamente. Solo a mí se me hubiera ocurrido venir al fin del mundo con una. Con ésta roba corazones que ya se hizo famosa en esta Patagonia. Más que un apego es una sincera amistad solo comprensible para quienes lo han vivido. Ayer comprendí nuevamente la naturaleza humana de quienes seguro de niños fueron mordidos o siempre les dijeron que hay una gran diferencia entre humanos y caninos. Y las hay. Y fui maltratada en una gran tienda de Timberland, a quienes les escribiré por supuesto. Porque o son coherentes o en realidad la que puede morder soy yo. Aunque ayer la que mordía era esa puta mona que me echó, literal, como a un perro de la tienda que dice ser incluyente. Eh, me echó como a una perra con su perra.
Ja, me río a solas recordando ese instante. Solo porque sí que me gustaron esas botas que pensaba comprar. Y que ellos dejaron de vender. Y porque de solo recordar el encrespe de esa mona no puedo ni imaginar qué soñó. Todos miraron asustados ante sus gritos. Y yo solo le reclamé por no tener un letrero afuera que dijera: prohibido el ingreso de seres amorosos que menean la cola y que hagan tu vida más placentera. Prohibido el ingreso de seres que caminan en cuatro patas y son felices aún cuando tengan que caminar sin una sin dos o tres. Seres resilientes que todos conocemos como perros pero que en realidad son algo más. Gnomos y duendes de los lobos y zorros del pasado...de esos instantes en que los humanos vivíamos en esas frías cuevas en donde a nosotros también nos cazaban y nos maltrataban y violaban otras tribus. Y ellos, ellos nos defendían.
A ver a ver monita hijueputa, que es que a Timberland le gustan los perros, y a vos no. Estás equivocada de empresa. Solo cuento una anécdota. Más na.
La complejidad de nuestra existencia es increíble. Y un día de repente nuestro cuerpo nos habla y la enfermedad es un símbolo de que algo anda mal. De que algo avanzó demasiado y de que aunque nuestro espíritu lo sabía no fuimos capaces de cambiar. He sido extremadamente tranquila, más o menos todo me resbala, hasta cerquita de aquí, o sea hasta el c... del mundo...pero cuando en vez de solo tocarme, se me meten bien adentro y me violentan, pues como que así no es, ahí si se me sale lo zorra, lo loba y lo perra y también muerdo.
Como alguien que esta semana me mandó pa la p...m... por un simple escrito que nada tenía que ver con ella. Ja, ella se lo pierde. Sé que soy buena y que leerme debe ser divertido. Porque yo me divierto y espero que quienes libremente decidan hacerlo, pues también lo hagan. Mi madre dice que soy demasiado tranquila, pero es que a mí los otros me parecen demasiado estresados. Mi flexibilidad termina en donde ellos se están quebrando. Y yo los miro como si estuviera haciendo una posición de yoga que ni sabiendo pudiera hacer y me pregunto, ¿qué les pasará que no comprenden que doblarse y también menear la cola es posible y de veras divertido?
Quisiera seguir escribiendo, hay tanto por decir. Pero tengo que parar. Tengo que avanzar. Tengo que dejar para mañana. Y también descubrí que ahora somos menos lectores de más de 500 caracteres. Lo entendí y quiero decirlo todo y tocar sus corazones en esta madrugada en el fin del mundo en donde me siento tan a gusto. Recuerdo a mis amados. Humanos y perrunos...parados en raíces o en cuatro patas o en dos y me late el corazón de solo saber que sí pertenezco a una manada. Una manada medio rara como dice Syd en la era del hielo. Pero manada al fin y al cabo. La mía es diversa. Y la amo. Sé que me piensan también. Desde perros, humanos y árboles paraos en ese bosque vigilantes para poder mandarle a estos lugares también un poco de aliento, aquí en donde la tierra respira.
Pertenezco a esa manada, a los que van al sur, y a los que quedaron en la reserva, en el