Con mi cuerpo esbelto, mi piel intacta, mis manos sin marcas y mi espíritu lleno de ilusión. Sabía que éste era mi lugar. Lo sentía en mi alma. Ya había encontrado otro y sentía que ésto podía funcionar. Subí desde la ciudad sola. Entré a una finca por un supuesto error, el cual obviamente no lo era. Era una certeza. Me insultaron por reversar en una finca sin permiso buscando a aquel artesano hacedor de aretas que me había dicho que por estos lados habían lotecitos para comprar. Solo atiné a entregar mi mejor sonrisa y mi tarjetica de Sentir mi fundación, para explicarle a aquella bella mujer que me disculpara, que yo solo buscaba un lote. Tiempo después supe que la amargura de esa mujer no era sino la tristeza de una madre cuando pierde un hijo. Una hija en su caso. Un accidente se la llevó de una forma casi absurda. Entendí entonces su rabia porque yo sin querer, había reversado allí.
Me llamo Alejandro señora. Usted, me dicen que ¿está buscando un lote? yo se lo tengo. Y me lo describió y yo que ya había visto un lote similar, supe que superaba mi presupuesto. Tenía una cantidad precisa y exacta. Ni un peso más. Le dije que no que gracias que tranquilo, que esto, que aquello y que lo de más allá. Pero no. Para él no fue suficiente. Él era un enviado y tenía que cumplir su misión. Insistió hasta que le dije que bueno, que fuéramos a verlo en un par de días. Me dijo rápidamente que vino de Alaska a venderlo. Era una historia bizarra e inverosímil como también suelen ser las mías, así que le creí. Subí con Gonza el padre de mi Nico y mi tio Gustavo. Al llegar y cruzar el portonsito alambrado y ver a aquellos gigantes, entendí. No podía ni creer que semejantes árboles existieran. Era un marañero. Era un bosque soñado. Había algo que nos impedía movernos, que luego supe que se llamaba chusque y por el que ya me gané una cirugía de tanto quitarlo. Aunque también supe que la mariposa tornasolada de medio día, es allí donde se reproduce. Miré a mis dos acompañantes. Mi entusiasmo se me salía por la piel. Lo quería, era mi hogar, aquí podía ver mi nido y si algún día tenía hijos, quería que jugaran aquí. Pero no pensaba tener. Así es que...era un bosque para la vida. Para el agua, para el aire, para las especies.
Sin dudarlo le pregunté cuánto valía y como la vida es PERFECTA, me dijo el mismo valor que tenía para comprarlo. La cantidad exacta, ni un peso más ni un peso menos. Lo mismo! Inmediatamente le ofrecí hacer la compraventa y fuimos a su casa en el centro de Medellín. Más que su casa paisa, parecía su casa de Alaska. Toda las paredes de su casa estaban forradas en pino y desde que llegué y dí el primer paso, sabía que ese hombre cambiaría mi vida. Su rostro de hecho, ya lo había visto. Alejo, Maqroll, gracias. Ingresar a tu casa en donde en tu corredor vi fotos de ballenas asesinadas fue lo más fuerte que haya tenido que ver exhibido en una casa. Eran tus trofeos y yo quizá ya las había visto navegando con sus ballenatos. Casi me quito del negocio al saber que cazabas ballenas, pero fue entonces cuando entendí algo que con el tiempo me dijiste y me repetiste una y otra vez. Ese lote debía ser de alguien que lo fuera a conservar. Y llegué aquí como llamada. Hoy sé que fue así. Porque todo tiene espíritu.
El resto fueron papeleos. Enviar los documentos a Horacio el abogado amigo de mis padres, esperar que estuviera todo correcto. Y cuando lo estuvo, pude subir y abrazar a estos amigos, hermanos y seres gigantes a decirles he llegado. Voy a estar con ustedes y a protegerlos y a amarlos con toda. Empecé a recorrerlo despacio. Un año después supe que una semilla estaba en mi vientre y empecé a entender mejor la vida. Deseaba poder tener un nido para ese ser aquí colgado entre estos robles que yo llevaba un año conociendo, aunque también recorría la selva por esos días. Pijibá y Gaia eran mis otros dos amores. Compartía mi tiempo entre estos tres lugares amados. Sentía el corazón dividido. Pero así es muchas veces. Nuestro corazón tiene que aprender tantas cosas que debemos entender a dejar ir, a soltar, a amar desde la distancia, a cerrar los ojos y recorrer los lugares y su gente con nuestro pensamiento. Eso hacía. Habitaba tres lugares al tiempo. Eso hago aún. Porque sacármelos es como arrancármelos de la piel. Solo uno me pertenece y hoy cumplimos 29 años de amores y desamores. Hemos vivido tantas historias que necesitaría más blanco para contarlas. Pero aquí estamos, aquí estoy de pie dándole todo a este Robledal como lo prometí hace 29 años. Nos hemos amado. Nos han atacado. Nos han cortado. Tenemos cicatrices ambos. Nos han maltratado pero aquí seguimos porque sabíamos lo que se venía cuando más gente se acercara de la ciudad hacia él. Casi me has costado la vida Robledal. Aún siento a mis espaldas que alguien se acerca y nos acecha. Yo solo puedo asegurarte que nadie, nunca más, podrá herirnos. Hoy el Tipi es una guardiana más en él y por eso lo celebraremos al lado de Pepe. Los símbolos no son solo eso. Son también el espíritu de las cosas que quieren nacer donde la energía es precisa. Guiada por tí he hecho lo que hoy puede considerarse el nido de muchos. Gracias por permitirlo. Porque solo así he abierto mi corazón y he garantizado que las futuras generaciones continúen el legado que me has dejado. En tí veo mucho más que lo que todos ven. Veo el aire, el agua, la tierra y el fuego de los niños del futuro. Veo a Anuk que me habla desde el futuro preguntándome, ¿por qué no hicieron más para que nosotros también conociéramos el verde de los bosques y pudiéramos conocer unos seres llamados árboles que respiraban por ustedes?...¿por qué?...¿es verdad que el agua corría por entre esos bosques? ¿y era transparente?
Llegué una mañana cualquiera. Y a pesar de muchas idas y vueltas, nunca me he ido. Ni lo haré. Porque aquí soy.
Recuerdos que son las mejores vivencias! Qué rico saber que hay todavía personas como vos!