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Foto del escritorMartha Elena Llano Serna

Me quieren silenciar, nos quieren silenciar

Y eso sólo lo hace un ser supremo. Uno que sabe cuándo es el tiempo. Cuando agotamos lo que veníamos a hacer, a decir, a conocer, a mostrar. Eso solo lo sabe él. Y no tú que me lees en todas partes y te escondes como lo que sos. El espíritu no muere querido. El espíritu sobrevive y permanece. Así es que ni te desgastes. Restaurar la historia de una tierra no es con lo que pretendes. Es con amor y dulzura. Es con verdad y justicia. Aquí hay duendes y gnomos que salen de los árboles y se sientan alrededor de nuestro nido y nos protegen. Aquí hay miles de raíces que han hecho trampas para ti y te verán caer cada vez que pretendas dar un paso hacia donde no es. Aquí hay miles de especies cuidándonos y las águilas ven más allá de dónde imaginamos. Más allá.

Me quieres silenciar. Y mi vos trasciende las fronteras y aprendo a hablar en señas que jamás comprenderás. Tendrías que haber nacido mudo para saber qué digo. Y no es así. Ese no es tu lenguaje, pero sí el mío. He sido una mujer salida del promedio y por eso protejo tierra cuando pocos sabían que era eso. Cuando muchas estaban en otros afanes, yo solo veía esto que veo hoy. Vida, agua, aire, aves, zarigueyitas, hojas que vuelan al viento, lluvia que toca todo lo que ve, un pedacito de cielo aquí en la tierra. Sé hablar otros lenguajes, otras lenguas, otros idiomas invisibles que no se aprenden en un día. Tardan vidas. Así es mi querido que ésta es la última línea que te escribo.

Porque no se silencia la verdad. La justicia. La honestidad. El amor. Lo que se silencia y se guarda y se atrapa es al odio, al desamor, a la injusticia, a la mentira, a quienes de un solo tajo cortan las historias de sus familias para siempre. Aquí no hay sino ángeles que vinieron de todas partes a acompañarnos y protegernos de ese escrito en un papel blanco con tinta negra. Aquí no hay sino seres alados sentados, parados y volando, esperando que cualquier hoja intente rozarnos la piel. Porque en ellos ni el espacio ni el tiempo existe. Y tomarán esa hoja y la soplarán al viento para que vaya en la dirección correcta.

Nos quieren silenciar y nuestra historia apenas empieza. Estoy teniendo alimento para mi alma. Y no se puede silenciar a un escritor. Y aunque por muchos años no quise aceptar. Eso soy. Y tengo esta historia metida en mi alma como si viniera de otra parte, de otra vida, de un pasado más lejano que éste. Y eso que pasó allá, se sanará solo cuando descubramos la verdad que esconden. Esa que misteriosamente los pondrá donde deben estar. Y yo mientras podré hacer lo que más amo. Escribir y escribir y permitir que mi teclado a cualquier hora, haga este sonidito que solo yo puedo escuchar mientras Alessia me lleva a un lugar histórico de mi propia alma.

No le tengo miedo a casi nada. Quienes me conocen lo saben. Quienes no, no. Y no tengo miedo porque creo en ese ser supremo que todo lo puede. Todo lo sabe. Todo lo ve. Y todo es todo. Al otro se lo dejo a quienes absurdamente deciden seguir el camino equivocado. Soy buena navegante y sigo el camino correcto. Me detengo. Observo. Eso. Observo. ¿Qué más soy si no una observadora de todo eso que se me cruza y que quiero ver? Y lo he visto en todas partes. En cada sonrisa de mi hijo, de mi madre, en cada reto que vivimos, en cada logro, en cada mariposa, en cada hoja, en cada respiro. No te tengo miedo. No les tengo miedo. Y les mando amor para que vean la vida de otra forma. Y para que sean capaces de reconocerse y mirarse y desistir.

Muchas veces tuve que desaparecer. Cambiar, mudar, ser otra, pero eso es imposible. Soy ésta. La misma. En este mundo globalizado ya podemos saber dónde estamos todos aunque pretendamos fingir y cambiarlo todo. Las redes nos delatan y nos exponen y nos muestran al mundo cómo somos. Esa sí que es mi ventaja. No es lo que digan otros lo que te define, es lo que somos, decimos y finalmente hacemos. Son nuestras acciones. Nuestros actos. Y los míos han sido de amor. Porque he estado acompañada siempre por él. Y aquellos que no lo han sido, en un acto de reciprocidad se nos vienen a la cara. Porque la reciprocidad es eso. Lo que va, viene. Y entenderlo toma años, a algunos, siglos, vidas...

Me quieren silenciar, nos quieren silenciar, y no es posible. No se silencia el bello devenir que tenemos los artistas que podemos dibujar, pintar y escribir el mundo que queremos. Y más cuando sabemos varias lenguas, otros lenguajes y sobre todo el más poderoso, el de los símbolos.

Me quieren silenciar, nos quieren silenciar, desplazar. Y eso no pasará...

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