Pero tu hermoso ser estaba listo. Así sin más. Mucha luz para contener en mi propio cuerpo. Muchas ganas de verlo todo con tus propios ojos. De ver a tu familia, a tus primos, a tus abuelos, a tu padre, a mí. A mí ya me conocías. Me veías desde adentro y me tocabas con tus manitos. Me pateabas como hoy sueles hacer cuando duermes y aún crees que vas en un velero o que vas por ahí por esa playa que has amado tanto. Escuchabas el latido de mi corazón, y hoy a distancia o cerca sabes dónde estoy y donde estaré siempre.
Antes de yo nacer tú ya existías también. Entender eso es hermoso y revelador. Antes de que tu madre nazca de tu abuela, tú ya existes. Qué poderoso. Así que ese día que supe que existías para nosotros jamás dudé ni un segundo de tu existencia. Esa decisión puede ser de las mujeres pero en realidad es más grande que nosotros, nos supera. Que no hayas sido buscado, no quiere decir que no hayas sido amado. Es más, seguro en mi inconsciente si te estaba buscando y nos encontramos. La familia no es un accidente como pretenden hacerlo ver hoy cuando no somos capaces de sanar lo que ésto conlleva. Verlo y sentirlo desde una perspectiva más amplia puede hacernos crecer en el amor más grande que podemos ser. Sos mi más grande tesoro, mi mejor regalo, mi razón más poderosa para querer ser siempre una mejor mujer, hija, hermana, madre, amiga, compañera.
No hay prisa yo te decía y te esperaba en mis manos con una vaquita que después arrastrarías por toda la playa y se quedaría en cualquier hamaca por ahí. Hasta que un día no la volverías a ver y lentamente fuiste creciendo y arrastrando palitos y caquiris y cangrejos que te pellizcaban y conociste así muchos lugares que hoy no recuerdas pero que te hacen ser quien sos. Sos eso hijo mío, ese amor que tanto tú padre como yo te hemos dado. Naciste en un hogar muy particular, uno en donde la libertad y el respeto, te hacen ver el mundo como lo haces, no somos perfectos, somos estos que con trabajo, paciencia y muchas risas te hemos acompañado en este viaje durante 27 años. Somos tus cómplices. Tus compinches, tus parceros del alma y le agradezco a la vida, al Universo, a Dios y a nosotros mismos, las experiencias que nos hemos permitido vivir contigo.
No hay prisa yo te decía, pero sí la había, de dónde venimos algo te decía que ya estabas listo, y naciste antes de tiempo para el mundo pero a tiempo para ti. Tus ojos grises, tu cuerpo diminuto y tu sonrisa gentil era tan particular que no me dejabas de sorprender. Tus manitos no podía dejarlas de tocar, tu ombligo aún lo sentía unido a mi y en realidad aún lo está. Los hijos somos para toda la eternidad. Son nuestro polo a tierra y nosotros el de cada hijo. Hay un vínculo único e irrepetible. Si podemos escoger los amigos, y también la familia de sangre, pero la familia que nos da el universo no. Esa la escogemos en un plano que no es posible ver. Y ese es el misterio a resolver. "There is no escaperoom for that darling". Toca es aprender y observar y sobre todo ser siempre lo que lo lleva a uno lejos, prudente. Porque la familia que nos da el universo es un verdadero regalo del cielo y cuando lo comprendemos entonces sabemos que podemos hacerlo todo, lograrlo todo, llegar lejos, perdonar, olvidar, entender, aprender.
Pasaste ocho meses en mi y sé que permaneceremos por siempre unidos. Viajaremos juntos, tal vez no, ya nuestra vida de por sí es un viaje, uno lleno de aventuras que decidimos vivir. En cada parte de tí veo a tu padre que te ama con locura desde antes de saber que existieras, creo que
él fue quien te atrajo a nosotros. Yo aún tenía un morral a cuestas queriendo vivir mi vida a como diera lugar, en un pedacito chocoano llamado Gaia y sin yo saberlo, ya nos veías desde ese cielo estrellado que solo se puede ver allí. Bajaste para hacer nuestras vidas mejores y eso te lo agradeceremos siempre.
Los hijos nunca comprendemos muchas cosas, los padres tampoco. Y si logramos entender qué nos une, quiénes somos, qué podemos ser juntos y las formas como podemos crecer en libertad y amor juntos sin proyectar los deseos del uno para el otro, llegamos lejos. Te hemos dado un cuerpo que protege ese espíritu que vino aquí a esta Tierra, y has durante 27 años cuidado de ambos haciendo lo que has descubierto que más te gusta. Es un placer ser tu madre. Te lo agradezco. Amarte es fácil. Aunque hubieras tenido tanta prisa y de paso casi nos vayamos los dos, pues bien, no nos fuimos, aquí estamos y desde entonces nos hemos gozado esta vida como solo ella se lo merece. Así como esta Patagonia que hoy te ve y ves. Te la quería presentar y sí es como la imaginábamos. Es más. Es como tú. Hermosa, dulce, transparente, divina, es única.
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