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Foto del escritorMartha Elena Llano Serna

Nos movemos...

Y mientras nos movamos, los perros van a ladrar le decía El Quijote a Sancho. Porque quienes nos movemos, movemos la energía que somos por ahí por dónde vamos. Y vamos por todos lados, somos muchos, somos más. Ya estamos aquí y ha llegado el cambio por fin a este planeta que nos necesita tanto. Como hijos de la Tierra, pero también del mar y de la Luna, de aquella estrella, de ésta y de las del más allá.


Nos movemos por el mundo, y debemos hacerlo con delicadeza. Como tocándolo con el pétalo de una flor. Sutilmente moviéndonos por entre los seres, inertes o vivos. Porque todo lo que hay en este planeta es el patrimonio de todos. Y los objetos van y vuelven con nosotros, que somos gitanos, nómadas, andariegos y también sedentarios y también juguetones y espíritus luminosos que estamos buscando un camino nuevo. Uno que cambie por fin esta especie humana.


Nos movemos por entre los ríos y quebradas, por entre matorrales y selvas, por ciudades enteras habitadas de seres de luz y de seres de muchos colores y naciones, razas e ilusiones. Porque la diversidad es nuestro patrimonio. Así como lo es el agua y el aire y el viento y el fuego. Así como somos tú y yo y ellos. Somos diferentes, comemos diferente, nos reímos diferente. Dormimos diferente, porque cada espíritu vino en un cuerpo único e irrepetible. Uno que nosotros mismos escogimos y el cual es el reflejo de nuestro espíritu. Como somos por dentro somos por fuera. Y lo que le hacemos a los otros nos lo hacemos a nosotros. Y lo que le hacemos a la Tierra también nos lo hacemos a nosotros.


Nos movemos dejando nuestra huella por donde vamos. Vamos dejando una estela luminosa u oscura en esos hermosos lugares que son nuestro planeta. Una nave espacial en dónde viajamos todos y de la cual no podemos bajarnos. Solo transformarnos y mudar. De gusanito a mariposa, pero también de mariposa a otro ser. Porque somos luz divina y luminosa que pasa por mucho para llegar a casa otra vez.


Nos movemos dulcemente por este "planeta Mar" como me dijo la pequeña y hermosa hija de nada más y nada menos que "Correo". Rosa en esta vida. Chasqui en otro tiempo. "El Planeta Mar", que bella definición. Porque al final, son los niños quienes no tienen ese velo cultural e impuesto que nosotros los adultos les hacemos a los chicos. Hay que permitirles ser. Ser otros. Ser ellos. Auténticos. Ellos ven la luz que son sus padres y luego la dejamos de ver por alguna razón. Por muchas razones. Todas increíbles e inverosímiles pero reales y verdaderas.


Nos movemos por el mundo y encontramos y perdemos objetos. Atraemos otros, así como atraemos a lo seres que debemos conocer. Porque cada uno es un maestro y un aprendiz. Cada uno es el todo y la unidad. Estamos completos. No necesitamos de otros para completarnos. Estamos enteros. Y cuando nos juntamos con alguien es porque aprenderemos recíprocamente el uno del otro. Y viajaremos por el mundo llevando nuestra vida y nuestro conocimiento, dejando nuestra estela por esos lugares que hemos recorrido.


Nos movemos por el mundo con amor y también con miedo. Y cuando lo hacemos con miedo generamos una corriente negativa que retrasa el amor. Al que le cuesta más todo. Que cuando él va hacia adelante jalando como un imán poderoso, llega el miedo y empieza a devolverlo hacia atrás. Y por eso es que hay guerras y no hay paz. Ni en nosotros, ni en nuestro hogar, ni en el planeta ni en el Universo, ni en nuestra vía Láctea. Ni en ninguna parte. Porque primero debe estar lleno nuestro corazón de amor.


Nos movemos por el mundo en donde hay dos corrientes, el amor y el miedo. ¿Cuál prefieres tú? Yo escogí el amor. Y aunque es más exigente, es el mejor camino. Porque al lado de él ésta la PAZ.

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