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Foto del escritorMartha Elena Llano Serna

Qué gran responsabilidad

Qué sentirán hoy esos en quienes mi país hoy piensa. Sus nombres y sus espíritus están en este momento en cada uno de nosotros. En cada casa hablan de ellos. Los critican y los adoran. Los enaltecen y en ellos depositaremos hoy nuestro voto de confianza para que nos guíen por un camino casi que intransitable. Por un camino que llevamos muchos años caminando. Que aunque pocos, son la herencia de quienes nos conquistaron. Eso es, nos conquistaron. Y no siento resentimiento. Sí dolor y profundo, porque pienso que no era necesario tanto. Aunque también es claro que en las especies conquistar es la manera de dominar al otro, a los otros, al colectivo.

Qué gran responsabilidad también la de cada uno de nosotros. Creer en uno solo y después sentarnos a esperar. Porque en realidad no es así. Los cambios no los hace un solo ser, ni una junta de alguno de nosotros. Sino la totalidad a partir del individuo. Y qué difícil es esto de cambiar cada uno. Cómo nos cuesta. Sobre todo porque somos seres que aprendemos desde niños, que grabamos en nuestra memoria lo que vemos. Y es allí donde el ejemplo que tuvimos nos deja marcados para siempre. Hay excepciones por supuesto, como en toda regla. Porque hay de todo. Somos un gran colectivo compuesto por individuos de esta especie que ha evolucionado desde hace tantos años, desde hace tantos instantes en donde, desde con un garrotazo aprendimos a no meternos a la cueva de los otros, o con un mordisco, aprendimos que nos somos iguales, o con una pedrada en la cabeza comprendimos que robar no es permitido. Que cada quien se tiene que ganar lo que requiere para sobrevivir.

Qué gran responsabilidad y que energía tan fuerte la que hoy se siente en mi amado país. Ya no soy solo de aquí. Ya en mis venas corre la sangre de todo el planeta y mi pasaporte es planetario desde que comprendí que soy una habitante de un maravilloso y extraño lugar que no tiene fronteras. Que las divisiones están en las mentes de quienes hace años quisieron dominar a través de la división, de frenar al otro en su andar. En donde ellos querían ir a cazar o a cultivar, o a cosechar. A establecerse sin pasar ni hambre ni frío. Ni angustia ni dolor. Pero no lo consiguieron. Al contrario. Lo prohibido pareciera tener más peso que lo permitido. Y nos atrae como esa manzana que para algunas culturas se convirtió en la raíz de un pecado que no cometimos. Yo no. Me salgo sin ella.

Qué gran responsabilidad sentir y saber que millones de colombianos hoy confiaremos nuestro destino a quienes nos prometen y luego deben obedecer a fuerzas más poderosas que quienes les dieron ese chance en su historia sobre esta tierra de poder aportar y realizar cambios por el bien común. Por todos. Por cada una de esas personas que hoy nos detenemos en nuestra cotidianidad para ir a declarar que sí, que les creemos, que decididamente votamos por ellos y les confiamos el destino de nuestro país y casi que de nuestras vidas. Porque hoy en cada casa, hay una esperanza que nos augura un mejor futuro. En él creemos. En que ese ser que hoy elijamos y que luego debamos nuevamente ratificar sea quién nos ayude a conducir nuestros sueños por el camino en el que ya van muchos otros estados, otras naciones, otros países, otros colectivos. Otros...

Qué gran responsabilidad ser fuerte y decidido sin hacer promesas que no vas a cumplir. Qué fuerte debe ser pararte en tu propia raya y no permitir que te manoseen y que te intenten sobornar ni comprar porque tienes el poder económico o político o social o cualquier otro poder. Deseo que cada uno de los aspirantes a nuestra presidencia sea un buen competidor y haya aprendido a través de la vida a perder y a ganar. Para que ellos sean quienes con su ejemplo nos den esa gran lección que exigen las contiendas. Y la democracia es justo eso. Un avance en el pensamiento de quienes nos llamamos humanos para saber entender que somos muchos y que el colectivo sin estar influenciado ni comprado puede decidir por su propio destino. Justo por eso es que se mide la madurez de los pueblos. Por su capacidad de comprender y aceptar que lo que está decidido por muchos es lo que prima sobre los otros. Sin violencia. Con aceptación. Con respeto.

Votaré hoy más que nunca, conscientemente. Sabiendo que confío en ese ser que puedo mirar transparentemente a los ojos sin dudar por un solo segundo que debajo de su manga hay otro as. Creo en tí hombre de ojos translúcidos. Quisiera que en otra oportunidad estuviera una mujer justo ahí donde estarás. Porque ciertamente somos iguales y la igualdad podrá entonces cobrar un poco de equilibrio cuando este país sea administrado dulcemente por una mujer de mirada amorosa y altiva a la vez. Ese día entenderemos que Colombia es el hogar de todos. Y que no hay mejor que una mujer para manejar un hogar. Somos quienes hemos mantenido la hoguera por miles de años y sabemos que por ejemplo la guerra como dicen los islandeses, no sirve para nada, porque ese no es el camino. Las mujeres en nuestra esencia somos paz. Engendramos seres que no queremos que vayan a ninguna guerra.

Qué gran responsabilidad entonces tenemos hoy todos los colombianos. Sé que el mundo tiene los ojos puestos en nosotros. Sé que los empresarios del mundo nos miran y ese oro que una vez fue robado, es en realidad la riqueza de esta tierra, no por el mineral, sino por cientos de cosas, que nos hacen un lugar privilegiado del planeta. Dos mares, el trópico, el café, las montañas, tantos ecosistemas, tantas especies. No en vano mariposas, orquídeas, y aves están aquí por doquier. Algo debe de tener este rinconcito del mundo para que tantas cosas pasen por todas partes.

Pues bien, a votar con consciencia. Que quien escojas te represente en los aspectos que consideras prioridad para todos. Salte de lo que te venden. Mira a tu candidato a los ojos y si crees en él o en ella, pues ánimo. Sal a votar. Que los votos en blanco y los que se quedan en casa sin votar, de nada le sirven a un país que se merece tanto. Porque somos muchas las especies que sentimos que este es un gran hogar para todos. Yo votaré por ti ballena, para que tengas esos mares limpios, por ti hormiga, para que tu andar cargando a cuestas tanto que llevas sea libre, por ti montaña y volcán para que sigas siéndolo, por ti gavilán y tigre para que tus bosques permanezcan, por ti sobrino amado mío para que comprendas que el mundo lo construimos todos cada día, con cada paso, por ti hijo mío para continuar esta creencia de que tuvimos la fortuna de nacer en un país donde la dicha de ese calor humano que no he logrado sentir en otra parte sí es verdadero y permanente.

Este pedacito de paraíso que conocemos, aunque nos ha tocado difícil como territorio es lo mejor que he vivido. Y es por eso que creo que seremos capaces de protegerlo y conservarlo para las futuras generaciones. Y que ese país que nos tocó vivir hasta ahora fue parte del aprendizaje que tuvimos que hacer. Y ya está.

Qué gran responsabilidad...hagámoslo con amor y votemos por todo eso que es Colombia. Se lo merece.


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