Por ver de cerca las letras de mi teclado, por sentarme en este pedacito de mi mundo que adoro, a pensar cómo evitar que tragedias tan dolorosas ocurran. Tan absurdas, tan aberrantes, tan insensatas...tanto.
No puedo ni continuar. Mis dedos se detienen...es un dolor como ancestral, como de allá lejos que tenemos todos cuando quienes amamos se pierden, desaparecen, no regresan, sus cuerpos no son vistos más...y sus espíritus tal vez se quedan por ahí vagando, como si sus almas se hubieran perdido también en ese robo que nos hacen a todos. Porque es a todos, yo siento un dolor increíblemente doloroso de saber que en el corregimiento que he vivido por más de 26 años, una hermosa mujer desaparezca como por arte de magia.
Siento un afán desmedido porque salga de mi tanto dolor. He recorrido durante tantos años estos bosques que no quisiera imaginar su frío, su angustia, su desesperanza, y ni qué decir de lo que puedan estar sintiendo sus seres amados. Dónde estará, con quién, cuáles fueron sus últimos momentos antes de considerarse perdida y quienes vieron sus últimos pasos. Saber su estado actual siempre será incierto y su búsqueda, así como la de millones de personas en el mundo desaparecidas, no tiene sentido cuando tenemos la tecnología para proteger nuestras vidas. Ese cuento de que el destino así lo quería, no me lo creo.
Siento un afán desmedido por gritar a los mil vientos que todos somos indígenas, que el rostro de la mujer que veo en las noticias así me lo confirma, y que el ritual para el que iba es un sauna hermoso lleno de amor y de dulzura para los espíritus que decidimos en nuestro universo entrar a esos lugares que hoy son mal visto por una cultura que es despiadada aún con los indígenas y con todo lo que tenga que ver con ellos. Fueron aniquilados y siguen siéndolo. Sus prácticas siguen siendo vistas como rituales satanizados que no son tal. No he visto más respeto y compasión que en la mayoría de rituales indígenas a los que he asistido. Y han sido cientos. Yagé, temazcal, rapé, confiesos, pagamentos... He visto el mundo a través de sus ojos, y me he sentido más a gusto que en cualquier otro ritual.
Siento un afán desmedido por abrazar a todos los indígenas de mi mundo, desde el viernes que supe que la búsqueda de esta mujer iba a ser en el Robledal. Me llegó al alma, más de lo que ya me había llegado. Fue sentir que ella podía estar por estos lados y yo que creo que me conozco mi bosque no haber sentido sus pasos por él,
me abrumaba. Pero ya sabía yo que no debía estar aquí, que no podía estar, muchas cosas podrían delatar su presencia en este lugar. Y yo, que estoy bien conectada con él, la sentiría. Sin explicaciones lo sé. Sin explicaciones sé que mientras continuemos viéndonos como diferentes, y haya tanto racismo y xenofobia, no lograremos construir la comunidad que nos permitirá ser una mejor versión de nuestra especie. Es imposible. Seguimos siendo los de hace miles de años, territoriales, agresivos, bárbaros, invasores, guerreros, y así, así no somos sino un animal más, reconociendo que los otros animales son más compasivos con otras y con su propia especie. A excepción de algunos casos. Reproducción y alimento.
Siento un afán desmedido por sentirme humana. Sentir que mi viaje de 54 años en esta nave espacial ha valido la pena. Sentir que somos más que esto que estoy sintiendo que somos. Pero yo quiero salirme de esta sensación. Porque soy luz, soy más que lo que inclusive puedo imaginar. Soy esa estrella dorada que un nuevo telescopio me mostró. Soy el amor que me habita y la compasión que me desborda. Soy mujer y soy todas las mujeres. Soy inclusive parte de los hombres, porque no puede ser ni una más ni uno más. Ninguno. Hay espacio para todos, hay tierra para todos, hay suficiente de todo para todos y hacer que este viaje sea amable y no lo que estoy viendo. Solo me queda abrazarme fuertemente porque me embarga una fuerte sensación de que no lo logramos ni lo lograremos. Ya es tarde. Nuestra nave espacial se está desbaratando y nosotros con ella. Puedo vernos caer en el tiempo y en el espacio por el universo esparcidos como la nada. Porque eso somos y seremos.
Siento un afán desmedido por intentar levantarme hoy sintiendo que el dolor que sienten las familias que tienen a sus seres desaparecidos, desaparezca también...
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