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Foto del escritorMartha Elena Llano Serna

Silencio

Sí. Ese. Ese mismo que nos falta tanto. Ese. Este que hoy siento. Ese que me acompaña desde hace tantos años. Ese que hay veces hasta aturde y uno ni comprende por qué. Es parecido al vacío. Porque no son, pero existen. Y comprender ese misterio maravilloso es casi incomprensible.


El silencio. Puedo escucharlo. Puedo oírlo. Y cuando el día está tan nubado, puedo verlo, puedo cogerlo, puedo tocarlo, puedo abrazarlo y es mío. Como hoy. Mi garganta está cargada de silencios. Y por eso comprendo que no gratuitamente, el silencio, tiene un dibujito en la música. Porque la música sí es universal y si incluyen hasta el silencio. En ningún otro lenguaje que yo sepa, existe. A excepción tal vez del braille, que sin yo saber imaginaría que debe existir.


El silencio. Ese que también es una forma de responder. De decir. De decirlo todo. Ese en donde uno puede imaginarse todas las respuestas, cuando en realidad es solo una. Silencio. Total. Uno que hasta puedo escuchar el latir de mi corazón. Que se acelera. Que se desacelera. Que late dentro de mi pecho tan fuerte como puede. Bendito silencio que me permite sentir toda mi sangre corriendo por mis venas. Sangre que yo creo que no es ni azul, ni roja sino verde.

El silencio. Me desborda. Me acompaña en mis momentos más importantes como ahora, cuando necesito nuevamente sin ver mi teclado, poder escribir mis emociones, mis dolores, mis alegrías. Porque la traición duele. La mentira duele. La cobardía duele. El desengaño duele. La osadía duele, la verdad también. La ignorancia sí que me duele. El abandono. El hambre. Silencio.


Bendito silencio que llegas en mis momentos más especiales. En los que más te anhelo. Y de repente ahí estás. Calladito. Acurrucado a mi ladito abrazándome en tu silencio tan peculiar. En ese que me permite ir a donde yo quiera. Es otro mundo en donde solo habitas tú y la nada. Esa hada transparente que veo tan frecuentemente cuando me siento a observar los árboles y de repente ya no estoy allí sino dentro de ellos viendo ese otro universo que tengo el placer de poder ver.


El silencio y la nada. Dos duendes de este bosque que amo con locura y que hoy defiendo con mi vida. Yo sabía que no bastaría sólo el amor ni la dulzura. Proteger hoy bosques se hace con fortaleza, con perrenque, con PUTERÍA. Con todo lo que hay en nuestro espíritu y por lo cual hemos venido a este mundo. Esta es mi misión. Defender el aire y el agua del futuro. Con mi capa y espada. Ambas de amor. Y con los duendes que me acompañan. Algunos color oliva, algunos encarnados en seres humanos que aunque su misión no es la misma que la mía, aquí están a mi lado, poniendo su amor en darme equilibrio para sostenerme de pie.


Qué fortuna sentir que mi vida ha valido la pena. He hecho tantas cosas hermosas con tanto amor. He batallado tantas veces. Sacando las garras de leona que todas llevamos por dentro. Que esta vez, tengo tanto amor y compasión por el mundo que sé que ese será la mejor contra, contra este momento tan difícil y duro de este hermoso robledal. Mi mayor fortuna es ser un árbol con ellos y protegerlos de estos humanos inhumanos. Ignorantes. Engreídos. Inconscientes. Éste es mi confieso para que todos salgamos del silencio. Porque buscarlo es necesario pero hacerlo cuando hay injusticia no es una opción. Hay que denunciar. Y hay que con firmeza SALIR DEL SILENCIO.


Silencio. Te invoco durante el día. Te veo en todas partes. Te busco cada atardecer. Cada amanecer. Ve y dile la hada de la nada que también la veo, que también la invoco. Dile a todos los protectores invisibles a los ojos humanos, que aquí estoy haciendo lo humano, lo correcto. Sé que ven todo. Sé que escuchan todo. Pero no sobra que les digas. Díselos fuerte. Que aquí estoy literalmente guerriándomela por conservar lo que debe permanecer en su lugar. Ese roble de allá lejos y que ahora veré y sobre el que seguramente lloraré. Para darle un poquito de sal a sus raíces y que él ya sabiendo que allí estoy, pueda yo devolverle un poco de lo tanto que él me da.

Silencio, aquí estoy, aquí estás. Somos uno. Te siento latir en mis venas. Y lo dices todo.

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