Nada más y nada menos. Fácil decirlo. Exigente la representación, pero sólo posible porque lo imaginamos. Porque un día hace siete años con un mapa colgado sobre el comedor de nuestra hermosa Rosa de los Vientos, decretamos, "vamos al fin del mundo". Vamos a Ushuaia, vamos al Perito Moreno, vamos a esas Torres, vamos a ese frío tan arrecho...y sí ciertamente lo logramos. Porque es confirmado, si poseemos como las mariposas, células imaginativas, y nos soñamos y nos transformamos y nos vemos yendo y visitando este vasto mundo que habitamos. Lo logramos.
La parte que no me imaginé es que esta Patagonia me iba a atrapar. Me agarró y ahora la tusa que siento es pero de esas ¨tremebundas¨ que le dan a uno antes de partir de una relación o que lo botan. Eso de no llores por mi Argentina puede ser verdad, pero no al revés. Qué poder hay en estas tierras de Gardel. Qué seres tan valientes y maravillosos los que vi por doquier. Ver esta tierra Patagónica, entre Chile y Argentina, me dejaron con un tatuaje natural que me llevo aquí plasmado en mis recuerdos, en mis escritos y en mis fotos. Así la vi. Serena, pacífica aún en medio de su propio caos, armónica inclusive con todos sus movimientos abruptos. Esta Latinoamérica parece no salir de sus maremagnum de situaciones conflictivas, y aún así tiene un encanto increíble. Atrapador.
Nada más y nada menos, eso, atrapador. Este viaje no solo nos llevó al fin del mundo. A mí me llevó al centro de mi corazón. Aprendí tantas cosas...me reconocí en tantas otras, sentí mi verdadera esencia y la de mis ancestros. Reconocí lo aventurera que soy y puedo ser. Lo liviana también que puedo llegar a moverme por el mundo, lo diminutos que somos, lo conectados que podemos estar con quienes amamos inclusive sin verlos, hablarles o sentirlos. Porque somos más que eso. Somos nuestra conciencia y nuestras células viajan antes que nosotros y los "dejavus" existen porque ellas son altamente inteligentes y tienen memoria. Son ellas, y por supuesto nosotros quienes vamos primero a los lugares con el corazón y entonces así cuando llegamos a una esquina cualquiera, uno debe mirar a todos lados, porque ese iceberg, ese árbol, esa Luna, esa piedra, ese Cóndor, ya lo había visto, ahí mismo, justo ahí.
La vida es la maravilla que decidimos hacer de ella. Podemos verla, podemos tocarla, podemos escucharla en las poderosas melodías que hay en ellas como en el Claro de Luna con el que Rufina viajó a las estrellas, como este preludio en D menor de Bach o como esta melodía Biomes de Heather. Somos la melodía del universo. Somos la fuerza de la vida contenida en un mismo cuerpo, un mismo espíritu, varias almas, varios cuerpos, múltiples formas. Así lo creo. Firmemente. La energía se transforma y las células imaginativas que dicen poseer las mariposas también son parte de mí, de ti, de todos. Son parte de algunos seres que tienen que transformarse y para lo que se requiere mucha energía. No soy la misma que partí hace meses. Soy otra, soy ésta. En mis recuerdos hay nuevas historias, un recorrido de más de 8 mil kilómetros no puede pasar en vano por la vida de nadie. Más de 1600 kilómetros caminando con mi gran compañera Ori solo puede reflejarse en nuestro interior y en el cansancio de ambas algunas noches en donde nos mirábamos y yo me preguntaba, ¿si se acaba el camino? y ella me miraba con su carita hermosa y me respondía, ¨se hace camino al andar¨. Así es que nos falta mucho...
Un viaje al fin del mundo, al centro de mi corazón, arriba y abajo de mi alma, a esa esquina blanca en donde me senté a verte mundo, para implorarte que sanaras, que cambiaras, que tus frecuencias se elevaran más allá de las estrellas para que toda esta conciencia colectiva fuera otra. Fuera una distinta. Porque nos está matando lo que pensamos, lo que comemos, lo que decimos. Y somos más. Y también somos más. Y pude verte en la soledad sin otros humanos, aunque con la compañía de semejante gran ser que vino a recorrer conmigo caminos y senderos patagónicos y fue así como escuché el sonido de la Tierra, tus latidos, tu respiración, tus lamentos, tus risas también. Sos un ser muy poderoso, estás en todo. Tu fuerza y tu carácter es apenas comparable con el del Universo del que sos hija. Esos glaciares son tan únicos, qué capacidad de resiliencia la que vi por todas partes. Somos hermanos, países hermanos y cercanos que compartimos tantas cosas. Un mismo territorio que se funde en la eternidad de mi memoria. Un recorrido sobre ti y hacia adentro de mí. Me has transformado. Te he visto. Ahora sé quien te habita. Ahora estoy en ti. Y estarás eternamente en mi. En nosotros. GRACIAS a vos y a mis compañeros de aventura, Nikky, Nico y Ori. Sin ellos este sueño no hubiera sido posible así como fue. Un viaje simple al final del mundo que transformó mi corazón.
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