Es como ascender una gran montaña
- Martha Elena Llano Serna
- 26 abr
- 4 Min. de lectura

Antes de empezar a leer, me encantaría si pones esta canción.
Eso es para mí la vida, nuestra vida. Comenzamos un día viendo una gran luz y sin saberlo lentamente vemos rostros, manos, ojos, caras, personas que se nos hacen cercanas con el correr de nuestros días. Reconocemos los espacios en los que nos movemos y con quién nos movemos, empezamos a reconocer a otros como nuestros iguales, cómo nuestros pares y ahí comienza la gran magia de nuestras vidas. Porque cuando vemos a los otros nos permite también reconocernos a nosotros mismos. Empezamos a ver nuestras manos, nuestros pies, nuestras cara, nuestro cuerpo, nuestro espíritu.
Y entonces ya no es solo nuestro camino. Nos hace humanos la posibilidad de relacionarnos con otros, iguales o no, relacionarnos con el mundo que nos rodea nos da la posibilidad de ser, de estar en un mundo inexplicablemente, porque aunque hayan miles de teorías, no sabemos por qué estamos aquí, y por qué nacimos en donde nacimos, y porque nos tocaron ciertas personas como los rostros cercanos que miramos y nos miran. El misterio es ese, reconocer que somos un milagro misterioso de un universo en evolución y que nosotros aunque diminutos e insignificantes para ese Universo contamos para otros, para muchos, e inclusive para el Universo mismo que también suspira cuando uno de nosotros cuando ya no está.
Volteamos y volteamos en esta bolita verde azul y vivimos millones de segundos y miles de experiencias que nos hace ser quienes somos. Somos un espíritu lleno de historias, pero nunca dejamos de ser esa luz que un día como hoy, nace al mundo y nos permite comenzar una vida en él, para convertirnos en lo que queramos ser, en quienes queramos ser. La libertad para decidirlo radica en el más poderoso de nuestros dones, el libre albedrío. Esa cosa rara que aunque podría parecer rebeldía, no es sino la expresión máxima de que cada ser puede escoger su camino. Porque la vida es una gran montaña, y es nuestra vida. Y hay millones de caminos, tantos como gente en el mundo. Nuestra vida entonces, es un camino que se ramifica, que se abre en millones de opciones, unas veces es empedrado, otras veces liso, unas embarrado, otras con tormentas a cuestas que no nos dan tregua, casi siempre acompañado pero muchas veces en solitario, porque este viaje, es uno. El que escojamos.
Es como ascender una montaña y caminamos y escalamos y trepamos y reptamos y descansamos también. Hay un tiempo para todo, podemos observar el paisaje, detenernos a mirar las cascadas, a comprender que hay otros en nuestro camino y que debemos procurar apoyarlos y hacérselos también un gran viaje, debemos ser compasivos con los otros viajeros en sus propias vidas y darles la mano en las rutas difíciles, abrigarlos durante las tormentas, sentarse con ellos cuando es tiempo de parar y de llorar y de reír y tirarnos panza arriba cuando sale el arcoiris porque si hay algo que he aprendido a través de mi caminar es que la vida ciertamente es una rueda. Unas veces arriba y otras abajo. Igual que los caminos en cualquier montaña, nevada o desértica, siempre siempre es un ciclo. Nada es eterno. Aunque nuestra luz sí es perpetua.
Los caminos de la vida son múltiples y viajamos con quienes queremos. Nos acercamos a alejamos muchas veces pero siempre escogemos con quien permanecer a través de la vida, ya sea por familiaridad o por decisión de dejarnos acompañar de extraños que con las caídas y las paradas se vuelven nuestros amigos, nuestros cómplices, nuestros "parceros". Sin ellos estaríamos varados en alguna parte de nuestro mundo, porque los caminos algunas veces se vuelven difíciles y muy escarpados para uno solo, y nos caemos y los dolores de la vida no nos dejan ver cómo es que debemos seguir ni por dónde. Solo con quienes nos acompañan podemos volver a ver la luz, y encontrar la salida que nos permite encontrar de vuelta la esperanza y la fe en que debemos seguir.
Es además como un salto de fe. La vida, ascender a una montaña y todos los caminos. Porque nunca sabemos que hay a la vuelta de la esquina y aún así seguimos caminando, ascendiendo y viajando. Lo hacemos porque hacemos un gran salto de fe y porque es lo que hay. El misterio de la vida solo lo resuelve el misterio de la muerte y hasta que esa llegue a nuestras vidas, lo único que nos resta es disfrutar el paisaje, ser compasivos y amorosos con nosotros y los otros, ayudar y dejarnos ayudar, ser prudentes siempre porque los caminos exigen el respeto de la vida que ellos son.
Deseo que esta vuelta 60 de tu vida querido hermano, te permita reflexionar y ser quien eres y quién quieres seguir siendo en este ascenso a conquistar tu montaña. Puedes cambiar en un instante, lo que no te permite ser esa luz que viniste a ser y sobre todo, agradecer por la vida que tienes aún por recorrer para detenerte a mirar el paisaje con asombro y saber que con toda certeza vas a más de la mitad del camino de tu vida y has logrado grandes cosas. Te has detenido cuando ha sido necesario, le has ayudado a otros viajeros en su vida y sobre todo has aprendido cómo sanarlos a medida que van recorriendo sus propias vidas, solo eso, poder ser un hombre medicina en tu camino, debe alegrar tus días y siempre sin olvidarlo jamás, ser un ser humilde. Porque la humildad nos da puntos adicionales en esta misteriosa y vasta vida.
ps. Ya desde bebé habías escogido viajar en el carrito blanco de tu derecha.
Profundas palabras para el unico hermano de sangre que te dió el universo. Yo, las he tenido que reeleer, porque me tocan el corazón, y porque sigo en el sube y baja del carrucel. A mis 71 años, ya no mido logros, no cuantifico, no llevo estadíasticas, no enumero metas, disfruto cada momento, así sea gris. Disfruto profundamente mis sueños, se realicen o no, se concreten en el material. Recuerdo mucho la frase de Deepas Chopra, no importa la meta, lo importante es el camino