No nos vamos a llevar nada de ella, ni en la uñas y aún así la sentimos como si fuera nuestra y ni lo es. Tenemos es un permiso temporal para habitarla, para estar sobre ella, para construir encima suyo con el mayor respeto. Para usar sus recursos, pagamos por ellos. Pagamos por casi todo lo que usamos de esta Tierra. Porque en verdad los recursos son limitados. Pero creo que aún no lo hemos entendido. Y seguro pagaremos por el aire que respiramos o ya lo hacemos pero por ahí en un impuesto que no tiene ese nombre. Tierra, nuestro hogar. Compuesta más por agua que por tierra es el único espacio habitable de este vasto universo que tenemos como humanidad. Es seguro. Simulamos otros ambientes para tratar de llegar a nuevos lugares habitables y los más poderosos y ricos ya saben verdades que todos no. Y que ni sabremos ni veremos. Pero para eso es el poder y la riqueza, para saber lo que la masa no sabrá jamás. Yo solo imagino.
Tierra, cuando creemos ser los poseedores de un pedacito de ti sentimos que cogemos el cielo, no la Tierra, el Cielo. Es una conexión vital que nos da un centro como si nos pusieran un imán ya saben en dónde y uno siente un arraigo con ese punto exacto de la Tierra. Yo lo he vivido dos veces. Qué placer es ese sentimiento de decir "esto es mío". Hablo de esos lugares que no son un negocio comercial. Nunca he visto la tierra de esa forma. Sino de esos espacios en donde está tu alma y tu espíritu y uno dice te amaré y te respetaré como lo haces conmigo. Te honraré y haré todo lo posible para seas, existas, para que le des aire y agua a la gente del futuro. Podría decir que conozco mi bosque como la palma de mi mano. 28 años de mi vida dan cuenta del camino recorrido. De los cafés de madrugada en esos senderos, de los amaneceres mirando a esos gigantes que de tanto mirarlos ya los veo es flotando y me hacen ver la Tierra de otra forma. De atardeceres rosados o en esa chimenea hermosa que es el verdadero hogar en muchas partes.
Tierra, cuando te conquistamos, en realidad sos vos la que nos conquistas. Ni siquiera puede ser recíproco el magnetismo, no hay con qué devolver todo ese amor que nos das y la protección que nos brindas cuando sabes que somos los indicados para estar en un lugar. En un punto exacto del planeta que gira y que por gravedad no nos lanza bien lejos. Todos tenemos el privilegio de tener una o varias conexiones de ese tipo. Recordamos esos lugares siempre, los añoramos, los extrañamos, sentimos un hilo invisible con ellos y cuando soñamos, podemos soñar con esos lugares tal cual son. Todo está en su lugar. Cada árbol, cada piedra, cada musgo o cada granito de arena, cada olor... Cada naranja de nuestros cultivos, el horizonte nos lo aprendemos de memoria y el placer que nos da ese pedacito de mundo es una irrealidad pero es lo que tratamos de capturar como si fuera nuestro. Y no lo es. Y por eso tenemos que disfrutar ese aliento puro que respiramos, porque en realidad lo que es nuestro es eso que ni vemos...
No nos vamos a llevar nada de ti Tierra, pero la tierra por la que pagamos un precio y lo que ponemos encima de ella se convierte algo sagrado. Nuestro hogar puede ser una carpa, un piso, una lona, unas piedras, una cueva, una casa convencional, lo que sea, hogar es hogar, y cuando lo tenemos protegerlo es nuestro deber. Sé que no podemos hacerlo sin lo que se requiere, y ese es el precio que no quisiéramos tener que pagar, ni sus consecuencias. Hay momentos en la vida en que debemos reconocer qué hicimos y las razones por las cuales existen las normas que nos rigen a todos. No podemos hacer lo que queramos. Viviríamos en un caos peor que el que ya vivimos. No podemos robar, ni matar, ni pretender estar donde no debemos o podemos. Esa ley de la reciprocidad sí que funciona. Y yo solo quisiera devolver el tiempo. Porque un error jurídico es un asunto, lo otro, lo otro sé que es más costoso de lo que pensábamos. Por la tierra se han librado todas las batallas y en ninguna nadie ha ganado. Ganan un trazado, un mapa, una figura, un polígono, una bandera clavada en ella, pero se han perdido vidas... y ahí ya el precio jamás podrá valerlo. De ninguna parte esos trazados son visibles, solo estan en nuestro imaginario colectivo... Si te subes a un avión esas fronteras ya ni existen. Y el control que ejercemos sobre ese pedacito ni siquiera es verdad ni lo será eternamente. La Tierra está viva. Ella hace lo que le da la gana. Y ni qué decir del agua, del fuego, del aire...y de ese quinto elemento que ni hablamos, el movimiento....
Nada tan poderoso como el movimiento. De cualquier tipo. Eso pone a girar lo que sea. Puso en jaque a mi territorio hace un par de días. Tendremos consecuencias. Hay errores técnicos. Yo vivo en uno. Y por uno decidí aprender a ocupar mi bosque de una forma diferente. No es que haya sido lo que quería. No lo quería pero era mi única opción para inclusive salvarlo. Porque quienes diseñan las normas son humanos y pueden cometer errores. Lo que sí tiene que quedarnos claro es que los recursos son limitados. Al menos el agua potable lo es. La capacidad de carga que tiene un territorio es limitada por el tiempo y el espacio. Tendremos que ver nuestras montañas de otra forma y no ocupar todos las mismas. Tendremos que buscar nuevas montañas...no las mismas, porque no hay espacio para tanta gente. Santa Elena para mí ya no es un corregimiento, ya es ciudad. Y eso cambia toda mi perspectiva. Mi mirada sobre esa tierra es otra. Y es natural. También somos naturaleza, una especie que requiere un espacio para poderse desarrollar. Nos pensamos para nosotros mismos y nuestro deber es ser parte de ese pensamiento para poder aportar en la construcción del mundo que queremos.
Tierra, me conquistaste. Desde siempre. No me voy a llevar nada físico de tí, ni tierrita en mis uñas...pero te veo con los ojos del amor y el respeto que me enseñaron mis padres. Sos para mí, sagrada.
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